Astrología Mundana I por Getulio Bittencourt
INTRODUCCIÓN: un baño de sangre
La astrología nació como un asunto para reyes y naciones. Los registros astronómicos antiguos de los acadianos, caldeos, asirios y babilónicos en la Mesopotamia, interpretan la aparición y fases de los planetas en el cielo en función de eventos que podrían afectar el reinado y la nación, por ejemplo, Marte indicaba guerras; y Júpiter, prosperidad.
Las tablas más antiguas que sobrevivieron datan de cerca de 2.300 a.C., en la lengua acadiana. Aún después que los primeros horóscopos individuales comenzaron a surgir, alrededor del siglo IV a.C., la importancia de la astrología mundana, que se aplica a los asuntos políticos, continuó inquebrantable por 500 años. Es solamente a partir de la segunda mitad del siglo I d.J.C., con los manuales de Claudio Ptolomeo, Dorotheus de Sidon y Vettius Valens, fue cuando la astrología natal asume claramente su importancia en primera instancia aunque sin menospreciar el interés hacia los emperadores.
La investigadora francesa Anne Soprani comienza su libro sobre los reyes y la astrología con el emperador romano Augusto César. Poco después de su nacimiento el 22 de septiembre de 63 a.C., su padre biológico, Caigo Otavio, consultó el astrólogo Julius Marathus, quien previó que el niño sería un emperador. El horóscopo dado aquí - el primero que se conoce de un gobernante - usa las informaciones del historiador Suetonio en su Vida de los doce Césares, con una alteración: el nacimiento debe haber sido el día 22, cuando la Luna estaba en Capricornio, porque las monedas del tiempo del emperador confirman eso; la fecha históricamente usada es el 23 de septiembre, cuando la Luna estaba en Acuario.
Augusto César: 22 septiembre 63 AC 4:58 UT - Roma
Varios emperadores romanos consultaban a los astrólogos regularmente, y por lo menos uno de ellos. Adriano, fue capaz de calcular horóscopos. Algunos de ellos tenían astrólogos en la corte, pero prohibían la práctica de la astrología en las calles. Había motivos para eso: la costumbre de los astrólogos era la de calcular la fecha probable de la muerte del soberano y su capacidad de identificar posibles sucesores. Esto daba a los astrólogos un supuesto poder que los emperadores no toleraban.
Augusto aún no era emperador, y, por lo tanto, se llamaba Otavio cuando consultó con su madre al astrólogo Teógenes, en la casa de este en Apolonia. Suetonio cuenta que Teógenes se postró a los pies de Otavio tras diseñar el horóscopo, y que fue a causa de ese encuentro que más tarde, como emperador, Augusto mandó acuñar una moneda de plata con su Luna en el signo de Capricornio.
Su predecesor Julio César era antipático al tema, y mandó al exilio al primer astrólogo importante en las cortes romanas, el senador y magistrado Publius Nigidius Figulus, autor de varios libros sobre previsiones y meteorología.
El nacimiento de Augusto (Otavio) coincidió con el debate del senado romano sobre la conspiración de las Catilinarias, y Suetonio cuenta que Figulus, al saber la hora del nacimiento, previó que el niño sería un emperador.
Como emperador, Augusto consultó astrólogos para escoger el marido de su hija Júlia cuando ella tenía dieciséis años, y la recomendación cayó sobre Marcelo, que para azar de los astrólogos murió dos años después; ellos entonces recomendaron que el emperador convencieran a su amigo Agripa que se divorciara para que se casara con Júlia, y la nueva boda duró once años. Pero Augusto expulsó a los astrólogos y hechiceros de las calles de Roma luego que asumió el poder, y tuvo que hacer lo mismo en el año 12 a.C.
Su sucesor, Tiberio, tuvo siempre a su lado un astrólogo y académico, a Thrasyllus (Trásilo) de Ruedes, que es fue el responsable por la edición de las obras de Platón como nos llegaron de la antigüedad, y tal vez haya sido el astrólogo más influyente de todos los tiempos. Tácito cuenta detalles: Tiberio convocó varios astrólogos para probar sus conocimientos, asistido sólo por un esclavo fuerte. La casa quedaba en lo alto de una colina elevada, y el esclavo conducía los astrólogos por un camino sinuoso y destartalado; si Tiberio creía que eran charlatanes o fraudulentos, el esclavo los empujaba hacia la muerte en el precipicio. Thrasyllus fue el único que se escapó del peligro, y por eso Tiberius le salvó la vida. El hijo de Thrasyllus, Tiberius Claudius Balbillus, y su nieta sirvieron a varios otros emperadores romanos por décadas.
**** HISTORIA DE TRASILO por Raphael Vega
Dícese que un emperador de Roma (Tiberio) reunió un día a varios astrólogos y les preguntó a cada uno de ellos: "¿Cuál será la hora y la causa de tu muerte?" a lo que uno respondió "He de morir dentro de veinte años a causa de la gota" y el emperador mandó degollarlo de inmediato; la misma pregunta hecha a un segundo astrólogo tuvo por respuesta "Moriré durante un viaje al extranjero" y el tirano mandó que lo arrojaran al Tiber atado a una piedra; la respuesta a la tercera pregunta fue "Viviré muchos años y mi muerte será dulce" y el déspota mandó que emparedaran al interpelado, y así varios más hasta que interrogó a Trásilo, viejo y sabio astrólogo, quien le respondió "Moriré el día antes que vos y de la misma causa".
Ante tal respuesta al hombre que se creía dios no se le ocurrió ninguna acción para contradecirlo y burlarse de él, no sólo no mandó quitarle la vida sino que lo colmó de regalos y ordenó a su guardia que velara permanentemente por él.
Esta historia, quizá cierta pero posiblemente falsa, expresa la locura de alguien quien no creía en las estrellas y pensaba ser un dios superior a todos los conocidos, pues podía mandar sobre los celestiales planetas; su voluntad era superior a todo destino escrito o bien todos los astrólogos eran unos memos, pues no habían acertado ni siquiera los pronósticos sobre su propia muerte. No sabemos si el emperador pretendía burlarse de los vaticinios para demostrar su poder -si la historia es cierta- o si el autor que la inventó posteriormente pretendía ridiculizar la creencia de las gentes de la Antigüedad en oráculos y astrólogos.
Bien, este cuento tiene múltiples lecturas:
- Los planetas no tienen ninguna influencia sobre nada y todos los astrólogos son ilusos que timan a otros ingenuos, puesto que ninguno de ellos acertó.
- Puede ser que la ciencia sea cierta pero sus practicantes eran unos pésimos profesionales; en principio esta hipótesis parece menos probable, por lo que así y todo los astrólogos no merecen confianza.
- Vete a saber cuál es la verdad, pero en ciertas circunstancias es mejor tener la boca cerrada.
- El emperador es el más alto dios que existe, pues el tiene poder para hacer y deshacer los destinos humanos. Exista o no exista influjo astral siempre hay uno que manda.
Pero la nota discordante está en Trásilo, según nos cuenta la historia él tampoco acertó, pues el rey fue asesinado poco después y él le sobrevivió bastantes años. Trásilo era un buen astrólogo y sabía cual era la fecha de su muerte (si todo descurría con normalidad), pues como todo astrólogo dice LOS ASTROS INCLINAN PERO NO DETERMINAN, y él sabía que los astros lo inclinaban a llegar a la vejez, pero si Alguien Superior (o que cree serlo: el César) determina lo contrario entonces no puede saberse qué es lo que va a ocurrir, el hombre ya no tiene responsabilidad sobre su vida.
Y como dice el refrán "Más sabe el diablo por viejo que por diablo", Trásilo, sabio y astuto, encontró una respuesta ingeniosa que desarmó las crueles intenciones del tirano. El viene a decir "Bueno, si así lo quieres tú que así sea, pero lo que es bueno para mí también es bueno para tí, si tú anuncias mi muerte yo anuncio la tuya".
Para los modernos suspicaces y escépticos esta historia les dará más argumentos aún de que los astrólogos no sacan sus pronósticos de ninguna parte -pues no hay nada que se pueda deducir de las posiciones de los planetas-, y que todo es puro rollo que se inventan para satisfacer las ambiciones y deseos de sus clientes. Para ellos, todos los astrólogos son unos ilusos, memos, charlatanes e ignorantes, menos Trásilo que es todo lo mismo más un embustero. No sólo no acierta sino que miente descaradamente para salvar la piel; si él creía que viviría hasta casi los noventa años, tal como ocurrió, no dijo la verdad tal como era su deber responder al Cesar. Trásilo es un mistificador -malpensarán los suspicaces-, y quizá por un buen puñado de monedas de oro hubiera pronosticado que el emperador viviría muchos años y en verdad era inmortal como los mismos dioses.
Pero, en fin, cada cual con su "verdad", el escéptico tiene la suya y Trásilo, hombre experimentado e inteligente, que conoce al emperador y sabe de su vanagloria, pero también de su poder despótico, hace un acto de fe y dice "si tú eres capaz de perturbar el eterno movimento de los planetas como para modificar mi destino, borrar lo que está escrito y que se produzca mi muerte en este momento, sea tu muerte también antes de lo que esperas".
El sabe que el mundo es orden y si el caos se apodera de él ya no hay ninguna fuerza humana ni divina que pueda contrarrestarlo. Trásilo sabe que vivirá más años todavía y en su fe se inspira su respuesta. El viejo sabio hace una contrapropuesta al caos y en cierta forma le dice a César "Tu caos puede acortar mi vida, pero con mi caos, es decir con mi pronóstico erróneo, yo te propongo alargar tu vida".
Entonces ¿por qué no vivió más tiempo el déspota?, pues porque uno era Astrólogo y el otro un simple Emperador, uno conocía sus astros y el otro no. Y los dos murieron cuando las estrellas lo indicaban. ¿Y los otros? Es de suponer que no eran muy minuciosos en sus análisis, demasiado engreídos por querer demostrar sus conocimientos ante quien podía disponer de sus vidas, o quizá soberbiamente ciegos en su determinismo astral.
La Astrología es una ciencia y la ciencia sólo se expresa en libertad, no bajo coacción. Adolf Hitler usaba los vaticinios de los astrólogos para conducir la guerra hacia la conquista de Europa y reunió a un buen puñado de ellos, a los que al final mandó a un campo de concentración pues los pronósticos que le enviaban tímidamente daban a entender que no sería tan fácil ni rápido ganar la guerra. Otros varios no se atrevieron a afrontar la iras del moderno Tirano y prefiereron "fabricarle" horoscopos halagadores y triunfalistas. Y a medida que la contienda avanzaba y aumentaban las dificultades, el Führer, desoyendo todos los avisos del cielo, creyéndose más poderoso que los planetas, ilumidado por el alto destino a que creía estar llamado, tal como un dios o tal como el César de la historia anterior, condenó a muerte a sus astrólogos.
Si a principios de los años cuarenta hubiera existido otro Trásilo en Alemania, quien sabe cómo habría discurrido la Historia.
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Thrasyllus participó activamente de las tramas para la sucesión de Tiberio, primero apoyando a Sejano, después protegiendo a Nerón - y con eso ayudó a preservar uno de los monstruos favoritos de los libros de historia.
El sucesor inmediato de Tiberio fue Calígula, que repetiría el edicto de Augusto César prohibiendo previsiones sobre la muerte de emperadores, y, sin embargo, tuvo su muerte prevista por el astrólogo egipcio Apolonio. El historiador romano Cássio Dio cuenta que Calígula trajo a Apolonio a la ciudad de Roma para ejecutarlo, sin embargo decidió aplazar su muerte por un día para que él pudiera ver que la previsión estaba errada. El emperador fue asesinado puntualmente en la fecha prevista, 24 de Enero del año 41.
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