Por lo
tanto, cuando las Sagradas Escrituras afirman que "el Sol y la Luna son signos,
"debemos entender que son signos de algo más que días, años o temporadas,
y podemos concluir que son signos de otros efectos que ocurren en el mundo
sublunar. El mismo Kepler habría concedido este punto, a condición de que no se
considerara las causas de estos efectos, solamente el objetivo de un estímulo
en particular como facultad dentro de la naturaleza. Sin embargo, se contradice
en cierto grado cuando admite que una impresión del carácter de la totalidad de
la configuración de los cuerpos celestes se hace sobre esta facultad particular
sensible que persiste en el organismo y estimula a la acción. Para ello es necesario
que un poder permanente de excitación pertenezca a esa configuración, de modo
que habrá una reacción cuando los planetas vienen por dirección o por tránsito hacia sus posiciones más
importantes; ya que el carácter de esa configuración emana del caelum y es impresionado
por estas facultades, su poder de excitación, por lo tanto debe fluir hacia
atrás, y esto es contrario a la opinión de Kepler. Por lo tanto, sostenemos que
el caelum es la causa natural de estos efectos sublunares, pero la causa de otras
causas es la causa real de lo que finalmente se produce. Además, tenga en
cuenta que esta supuesta facultad debe por esa impresión estimular a la acción no
sólo en los asuntos que, como dice Kepler, están bajo su control, sino también en
la producción de esas pasiones, enfermedades o desastres mediante el cual tanto
el hombre y la facultad en sí serían destruidas; tampoco la inteligencia del
hombre o la razón serían capaces de prevenir estos resultados, ya que esta
facultad tendría que ser independiente de ellas.
Por lo
tanto, debemos tener en cuenta que los cuerpos celestes y los signos son las
causas reales de efectos sublunares; y esto es contrario al dictamen de
Cardanus, que en el Liber de Interrogatlone, quest. 13, indica que sólo las
estrellas son causas, pero no los signos.
La
configuración celestial del nacimiento de un hombre es un signo de su carácter recolector
y de su constitución física. Sin embargo, estos están en realidad en formación
antes del nacimiento y la posibilidad de evaluar la naturaleza de este carácter
y constitución física que ha precedido a luz significa que el horóscopo es una
señal de recolección de estas características, pero no su causa, puesto
que precedieron el horóscopo en el tiempo.
Además, el
mismo horóscopo es no solo un signo de diagnóstico del carácter y constitución
física de los nativos en la medida como estos ahora están completados y acabados,
sino también sobre la naturaleza moral, de las cualidades mentales, y de toda disposición,
que ahora están expuestos a las diversas vicisitudes de la vida. Esto es así
porque, aunque el carácter y la constitución física preceden al nacimiento que
hayan sido puestos a la finalización de la disposición del caelum que en un
momento adecuado, trae el cuarto hijo de la matriz de acuerdo con su destino.
Y-por así decirlo- se imprime un sello en el nativo, que es una representación de la
naturaleza, condición, ubicación, y determinaciones particulares de los cuerpos
celestes. Por lo tanto, el horóscopo
para el momento del nacimiento no es sólo un signo de estas cosas por las que pueden ser reconocidas, sino también
su causa en la medida en que se forma y se completa el cuerpo del carácter
determinados por la configuración
celeste.
ESCUELA DE
ASTROLOGÍA WILLIAM
LILLY -
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