martes, 14 de marzo de 2017

Astrología con Estilo y con Sabor III - Escorpio en Ascenso - Lola Montes

Astrología con Estilo y con Sabor III - Lola Montes by Robert Greene

Escuela Internacional de Astrología - Power Astrology

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Finalmente considere esta parte final sobre Mata Hari y observe su carta

“¿Una ramera? ¡Sí!, pero una traidora ¡jamás!”
Mata Hari

 
Las cualidades más sobresalientes de esta dama “espía” son:


 El orgullo y el fuerte temperamento. Es extraordinariamente patente su deseo de sobresalir, de ser el centro de las atenciones, de marcar presencia con una fortaleza y un carisma arrolladores y, sobre todo, esa capacidad impositora para conseguir todo capricho que pudiera desear (Sol en Leo). Sin lugar a ninguna duda, no era una mujer apacible y dulce, y mucho menos sumisa, sino todo lo contrario, una dama de las de armas tomar (Marte conjunción Sol en Leo), caprichosa, inflexible, que podía incluso llegar a ser mordaz e hiriente con hechos y palabras (Mercurio Conjunción Marte en Leo / cuadratura Plutón). No se trata la suya de una personalidad oscura, pero sí ocultadora y sibilina, con tendencia a controlarlo todo y a manejar los hilos de su tela de contactos a su antojo, con total seguridad y confianza en sí misma (Ascendente Escorpio). De que era inteligente tampoco cabe duda alguna, pero era más idealista que práctica, y con una autoestima exacerbada que rayaba en mucho la megalomanía (Temperamento Fuego).
Mata Hari fue demasiado lejos con sus ficciones; a pesar de que las acusaciones de espionaje resultaron falsas, en aquel momento era una suposición muy razonable, porque todas sus mentiras la condenaban como sospechosa.

No permita que su aura de misterio se transforme en fama de falso y mentiroso. El misterio que usted genere debe ser una especie de juego inofensivo. Obsérvese con atención, y cuando esté extralimitándose, retroceda.
 
Hay momentos en que debe postergarse la necesidad de llamar la atención,  cuando lo menos deseable  es generar escándalo o notoriedad. La atención que usted concite nunca deberá ofender o desafiar la reputación de sus superiores, sobre todo si la posición de éstos es firme. En comparación con ellos, usted no sólo parecerá mezquino, sino desesperado. Es todo un arte saber cuándo llamar la atención y cuándo dar un paso hacia atrás.
 
 
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LOLA MONTES
 
 
LEY: PELIGRO DE CONTAGIO: EVITE  A LOS PERDEDORES Y LOS DESDICHADOS.
 
1.      CRITERIO
La desdicha de los demás puede conducirlo a la muerte: los estados de ánimo son tan contagiosos y tóxicos como una enfermedad  infecciosa.  Aunque sienta que debe tenderle una mano a alguien que se está hundiendo, lo único que logrará con ello será acelerar su propia caída. A menudo, los perdedores son los artífices de su propia desgracia y terminan por transmitirla a quien quiere ayudarlos. Evítelos y, en cambio, frecuente a individuos ganadores y felices.
 
2.      TRANSGRESIÓN  DE LA LEY
 

Marie Gilbert nació en Limerick, Irlanda, en 1818. Llegó a París alrededor de 1840 para hacer fortuna como bailarina y actriz. Adoptó el nombre de Lola Montes (su madre tenía una lejana ascendencia hispánica) y afirmó ser una bailarina de flamenco oriunda de España. A partir de 1845 su carrera comenzó a languidecer, de modo que, para sobrevivir, se hizo cortesana; pronto llegó a ser una de las más exitosas de París.
Sólo un hombre podía salvar la carrera de bailarina de Lola: Alexandre Dujarier, dueño —y también el crítico de arte— del diario de mayor circulación en Francia. Lola decidió cortejarlo y conquistarlo. Al investigar sus costumbres descubrió que Dujarier salía a cabalgar todas las mañanas. Como también ella era una excelente jinete, salió a caballo una mañana y se encontró "por casualidad" con él. Pronto comenzaron a salir a cabalgar juntos todos los días. Algunas semanas después, Lola se mudó al departamento de Dujarier.
Durante un tiempo ambos fueron muy felices. Con la ayuda de Dujarier, Lola comenzó a reactivar su carrera de bailarina. A pesar del riesgo que ello significaba para su posición social, Dujarier anunció a sus amigos que se casaría con Lola aquella primavera. (Lola nunca le había confesado que a los diecinueve años se había fugado con un inglés, con el cual continuaba legal- mente casada.) A pesar de que Dujarier estaba profundamente enamorado, su vida comenzó a desmoronarse.
Su suerte en los negocios cambiaba; sus influyentes amigos empezaban a eludirlo. Cierta noche, Dujarier fue invitado a una fiesta,  a la que concurrirían algunos de los jóvenes  más acaudalados de París. Lola quería ir a toda costa, pero él no se lo permitió. Ésa fue la primera pelea de la pareja. Dujarier asistió solo a la fiesta. Allí, totalmente borracho, insultó a un influyente crítico  teatral, Jean Baptiste Rosemond de Beauvallon, supuestamente por algo que el hombre había dicho acerca de Lola. A la mañana siguiente Beauvallon (que era el mejor tirador de Francia) lo desafió a batirse en duelo. Dujarier intentó disculparse, pero el duelo se llevó a cabo y Dujarier fue muerto. Así terminó la vida de uno de los jóvenes más prometedores de la sociedad parisiense. Desconsolada, Lola abandonó París.
En 1946, Lola Montes estaba en Munich, donde decidió cortejar y conquistar al rey Luis de Baviera. Descubrió que la mejor forma de abordar al soberano era a través de su edecán, el conde Otto von Rechberg, un hombre que tenía gran debilidad por las jóvenes bonitas. Cierto día, cuando el conde se encontra-ba desayunando en un café al aire libre, Lola pasó por allí montada en su caballo, sufrió una oportuna caída "accidental" y aterrizó a los pies de Rechberg. El conde corrió en su auxilio; quedó encantado con ella y le prometió presentarla a Luis de' Baviera. Rechberg dispuso una audiencia con el rey, pero cuando Lola llegó a la antesala oyó que Luis de Baviera decía que se hallaba demasiado ocupado como para encontrarse con una extraña que procuraba favores. Lola apartó a los guardias e ingresó en la sala donde se encontraba el rey. En el forcejeo con los guardias, de alguna forma la parte delantera de su vestido se desgarró (quizá lo hizo ella misma, quizás uno de los custodios), de manera que, ante la mirada atónita de todos, y sobre todo de la del rey, sus pechos desnudos quedaron al descubierto. Lola obtuvo su audiencia con Luis de Baviera. Cincuenta y cinco horas después, debutó en los escenarios bávaros. Las críticas fueron espantosas, pero ello no impidió que el rey le consiguiera más actuaciones para ella.
 
Según sus propias palabras, Luis de Baviera había sido "hechizado" por Lola. Comenzó a aparecer en público del brazo con ella y le compró y amobló una vivienda en una de las zonas más elegantes de Munich. A pesar de que tenía fama de tacaño y no solía ser afecto a las extravagancias, comenzó a colmar a Lola de regalos y a escribirle poemas de amor. Convertida en amante favorita del rey, fue catapultada a la fama de la noche a la mañana.
Lola comenzó a perder su sentido común. Cierto día, durante una de sus cabalgatas, vio a un hombre mayor que cabalgaba más adelante, con demasiada lentitud para el gusto de ella. Como no conseguía pasarlo, comenzó a golpearlo con la fusta. En otra ocasión, sacó a su perro a pasear sin llevarlo de la correa. Cuando el animal atacó a un transeúnte, Lola, en lugar de ayudar al hombre, lo golpeó con la correa del perro. Incidentes de este tipo enfurecían a los conservadores ciudadanos de Baviera, pero el rey defendía a Lola contra viento y marea, e incluso le consiguió la ciudadanía bávara. Quienes conformaban su entorno trataron de advertirle de los peligros que entrañaba aquella relación, pero el rey despedía a todo aquel que osaba criticar a Lola.
Mientras los bávaros que hasta entonces habían amado a su rey mostraban sin rodeos que le habían perdido todo respeto, Lo- la fue nombrada condesa, residía en un nuevo palacio construido para ella, y comenzó a meterse en política, como asesora del rey. Era una de las personas más poderosas del reino. A medida que su influencia sobre el gabinete del soberano iba creciendo, trataba a los demás ministros con mayor arrogancia y desdén. Como consecuencia, en toda Baviera comenzaron a producirse manifestaciones contra la amante del rey. Un país otrora pacífico, de pronto parecía hallarse al borde de una guerra civil, pues los estudiantes clamaban en todas partes: "Raus mit Lola!".
Para febrero de 1848, Luis de Baviera ya no pudo resistir la presión. Con profunda tristeza ordenó a Lola que abandonara Baviera de inmediato. Lola se fue, pero no sin antes cobrar una importante "indemnización". Durante las cinco semanas siguientes, la ira de los bávaros se dirigió contra su antes tan amado rey, que en marzo de aquel ario se vio obligado a abdicar.
Lola Montes
Lola Montes se mudó a Inglaterra. Lo que necesitaba por sobre todas las cosas era un halo de respetabilidad, de modo que, a pesar de estar casada (aún no se había divorciado del inglés), le echó el ojo a George Trafford Heald, un joven y brillante oficial del ejército, hijo de un influyente abogado. Aunque era diez años menor que Lola y podría haber elegido esposa entre las jóvenes más bellas y adineradas de la sociedad británica, Heald cayó bajo su hechizo. Se casaron en 1849. No mucho después, Lola fue arrestada, acusada de bigamia, pero logró eludir la cárcel; ella y Heald se dirigieron a España. Tenían peleas terribles, y en cierta ocasión Lola lo atacó con un cuchillo. Al fin terminó echándolo. Cuando Heald regresó a Inglaterra, se encontró con que había perdido su cargo en el ejército. Marginado por la sociedad inglesa, marchó a Portugal, donde vivió en la pobreza. Al cabo de pocos meses, concluyó su corta vida, en un accidente náutico.
Algunos años más tarde, el hombre que había publicado la autobiografía de Lola Montes fue a la bancarrota.
En 1853 Lola se mudó a California, donde conoció a un hombre llamado Pat Hull, con quien se casó. Esta relación, como todas las anteriores, fue tormentosa; por último lo abandonó por otro hombre. Hull comenzó a beber y cayó en una profunda depresión, que duró hasta su muerte, cuatro años después, cuando aún era relativamente joven.
A los cuarenta y un años de edad, Lola donó todas sus ropas y joyas, y se volvió hacia Dios. Recorrió los Estados Unidos dando conferencias sobre temas religiosos, vestida de blanco y con el remedo de un halo como adorno en la cabeza. Murió dos años después, en 1861.
 
3.      INTERPRETACIÓN
 
Lola Montes atraía a los hombres con sus artimañas, pero el poder que ejercía sobre ellos iba más allá de lo sexual (Escorpio en ascenso). Era a través de la fuerza de su carácter que mantenía fascinados a sus amantes. Los hombres eran atraídos hacia el remolino de su personalidad, que los envolvía y absorbía. Se sentían confundidos, alterados, pero la intensidad de las emociones que ella les generaba también hacía que se sintiesen más vivos.
Como sucede a menudo con los contagios, los problemas comenzaban a surgir sólo con el correr del tiempo. La inherente inestabilidad de Lola acababa por irritar a sus amantes. Llegaban a involucrarse en los problemas de Lola, y su fijación los impulsaba a ayudarla (El regente Marte del Ascendente en Acuario, lo inédito, lo inesperado, la recursividad, lo impredecible, so súbito, extraño y a veces extravagante de Marte). Éste era el punto clave de la "enfermedad": resultaba imposible ayudar a Lola Montes, pues sus problemas tenían raíces demasiado profundas. Una vez que el amante de turno se identificaba con ellos, estaba perdido (La araña espera paciente a su presa y una vez la atrapa en su tela tejida por ella misma, está perdida, una táctica de Escorpio para seducir y a atrapar su presa). Se veía envuelto en peleas, y la toxicidad de la relación se extendía a sus familiares y amigos o, en el caso de Luis de Baviera, a toda una nación. La única solución consistía en separarse de Lola; de lo contrario, sufrirían la ruina.
El tipo de personalidad tóxica y contagiosa no se limita a las mujeres; no tiene nada que ver con el sexo. Proviene de una inestabilidad interior que se irradia hacia afuera y atrae el desastre (Lo impredecible de Acuario con varios planetas en este signo). Hay algo así como un deseo de generar el caos y la destrucción (a cuadratura Neptuno conjunción Urano Vs La conjunción Júpiter Plutón. Usted puede pasarse toda la vida analizando la patología de los caracteres tóxicos, pero no pierda su tiempo: limítese a aprender la lección. Cuando sospeche que se encuentra en presencia de una persona contagiosamente tóxica, no discuta, no intente ayudar, no derive a esa persona a sus amigos, o se verá involucrado sin remedio. Huya de la presencia de la persona tóxica, o sufrirá las consecuencias.
   
Lola Montes fue una maestra en el arte de llamar la atención. Logró ascender desde su entorno de clase media irlandesa, hasta llegar a ser amante de Franz Lizst y luego amante y asesora política del rey Luis de Baviera. Sin embargo, en su madurez perdió la prudencia.
En 1850, en Londres, estaba prevista una representación de Macbeth,  de Shakespeare, con la actuación del actor más famoso de aquel tiempo, Charles John Kean. Toda persona de cierta importancia de la sociedad británica asistiría a la función. Se corría el rumor de que hasta la reina Victoria y el príncipe Alberto aparecerían en público para la ocasión. Las costumbres de la época imponían que todos se hallaran en su sitio antes de que llegara la reina. De modo que el público llegó al teatro un poco antes y, cuando la reina ingresó en su palco real, observaron la tradición de ovacionarla de pie. De pronto todas las miradas se volvieron hacia un palco opuesto al de la reina Victoria: una mujer apareció de entre las sombras y ocupó su asiento después de que lo hubiese hecho la reina. Era Lola Montes. Llevaba una tiara de diamantes en la cabellera oscura y un largo abrigo de piel sobre los hombros. El público murmuró, sorprendido, cuando, al quitarse el tapado de armiño, reveló un escotado vestido de terciopelo rojo. Al volver la cabeza, todos vieron que la pareja real evitaba mirar hacia el palco de Lola. Toda la sala siguió el ejemplo de los reyes, y durante el resto de la velada, Lola Montes fue ignorada. Después de aquella noche, nadie que gozara de cierto renombre en la sociedad londinense se atrevía a dejarse ver en su compañía. El poder magnético de Lola se había revertido. La gente se apartaba cuando la veía acercarse. Su futuro en Inglaterra había terminado. (Imagínese la voluptuosidad del Escorpio de Lola Montes, desafiando la tradición Capricorniana inglesa: los valores de una sociedad, mojigata y puritana de la época... un escándalo..) 
No se muestre nunca demasiado ansioso de recibir atención, dado que es una señal de inseguridad, y la inseguridad ahuyenta el poder. Comprenda que hay momentos en los que ser el centro de atención no es lo que puede resultarle más conveniente. Por ejemplo, cuando se encuentre en presencia de un rey o de una reina —o su equivalente— haga una reverencia y ocupe un segundo plano; nunca intente competir.
 
William Lilly - Master Astrologer

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