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LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA
Aleister Crowley y Evangeline Adams
Nodos de la Luna
Hay otros dos puntos a marcar en un horóscopo a los que no nos hemos referido previamente. Algunos astrólogos hoy en día los descuidan, diciendo que la influencia que les atribuían los antiguos buscadores de las estrellas ahora se explica por el descubrimiento de Urano y Neptuno, pero hemos visto horóscopos en los que su influencia es extremadamente marcada, y pensamos que No complicará indebidamente el tema si le indicamos brevemente sus funciones y naturaleza.
Los nodos de la Luna, los puntos en los que atraviesa la eclíptica. En astrología se les llama Caput Draconis y Cauda Draconis, la Cabeza y la Cola del Dragón.
La influencia de la Cabeza del Dragón combina de una manera particularmente repentina y violenta los efectos del Sol y Júpiter, y por lo tanto es favorable para comenzando grandes operaciones. Es particularmente útil para el estudio de la ciencia oculta más noble y pura, y confiere una gran fuerza al estudiante de tales materias. La Cola del Dragón, que siempre es exactamente opuesta a [la Cabeza del Dragón] en los cielos, tiene una influencia precisamente opuesta. Es muy buena para acabar con un asunto, pero implica pérdidas repentinas, al igual que la Cabeza del Dragón indica ganancias repentinas. Es invaluable para el estudiante de los tipos más físicos y prácticos de ocultismo.
Ni la Cabeza ni la Cola del Dragón forman aspectos con los planetas.1 Su única importancia es su posición en el horóscopo.
CAPÍTULO VIII
La Llave Maestra de la Astrología ¨
I
HA SIDO A MENUDO una fuente de desconcierto para el estudiante que, con variaciones tan pequeñas en los cielos, sean tan grandes en la Tierra. Todo el mundo tiene tantos signos y planetas, sin embargo, un hombre es un don nadie (de hecho, la mayoría de los hombres son poco más) y otro es más que la mitad de lo divino. Ningún estudio de aspectos como tales puede explicar el hecho. "Funcionan", más o menos, cuando están lejos de ser exactos; y, según la teoría de las probabilidades, parecería que al menos un tercio de la raza humana debería ser de noble calibre. De hecho, apenas un hombre de cada diez mil deja siquiera una marca pasajera en su generación. ¿Cómo es esto? El problema siempre ha desconcertado a los astrólogos y alentado a sus críticos. De hecho, hasta ahora ningún astrólogo lo ha enfrentado con justicia. Si lo hacemos ahora es porque hemos resuelto el problema y hemos puesto la clave en manos de la humanidad.
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