viernes, 19 de agosto de 2022

LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA - CCLXXXIII

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LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA

Aleister Crowley y Evangeline Adam

NEPTUNO CONSIDERADO SIMBÓLICAMENTE

LA MENTE DEL PADRE dijo "¡En Tres!" e inmediatamente todas las cosas fueron así divididas.

Este oráculo, atribuido a Zoroastro, se refiere secundariamente a la división de la Naturaleza en los tres elementos activos de fuego, aire y agua. La Tierra no es más que una mezcla de estos tres en diversas proporciones. En esta división, según la mitología, el reino del Fuego recayó en Hades o Plutón, el del Aire en Zeus o Júpiter, y el del Agua en Poseidón o Neptuno, el gran río que rodea toda la Tierra. Uno no es sabio para reírse, como la risa superficial, de los supuestos absurdos de la geografía antigua. La Tierra no es una placa plana, pero el sistema solar sí lo es, y en el borde de esta placa está esa solitaria esfera de Neptuno, el puesto de avanzada de la fortaleza del Sol. De modo que fue un feliz accidente que este planeta fuera llamado por el nombre del Señor de Oceanus.

Tal es la base lejana, en la sabia y verdadera tierra de los sueños de los filósofos, del palacio de nuestro conocimiento. Veamos cómo sus extraños símbolos han sido indicios de verdad, cómo de la raíz de la poesía ha brotado el árbol de la prosa. Primero, considere a Neptuno como un centinela solitario que patrulla los confines de nuestro campamento. Piense-en la soledad y oscuridad de ese viaje misterioso y eterno, qué pensamientos deben florecer. Místicos, austeros, románticos, ¿no lo serán? ¿Qué cometa mensajero puede acercarse desde el espacio exterior? El espíritu de aventura estremece la sangre, escarchada como está por ese contacto con un espacio de gélida nada, salvo (puede ser) meteoros y estrellas oscuras. Neptuno siempre está iluminado por las estrellas; a su distancia del Sol, nuestro Padre es apenas más grande que cualquier otra estrella.  Así galopa Neptuno a través de la noche sempiterna, con su fuente de calor y movimiento demasiado remota para animarlo, pero con esperanza, fe y amor. ¡el sistema solar! ¡Qué indomables, qué solitarios, qué refinados deben ser sus estados de ánimo! 

Sin embargo, hay algo en la soledad que hace soñar a los hombres. No siempre es ese sueño la aspiración estrellada del caballero prometido a alguna dama inaccesible; a menudo se cuela a través de la ventana de las hadas un destello de alguna alegría fantástica. En los momentos más ligeros hay algo de trovador, e incluso de Pierrot, en su melancólico anhelo de lo inaccesible. Porque no está en la naturaleza neptuniana llegar a puerto. Anhela el amor y la amistad; si los ganaba, se retiraría. PORQUE NADA PUEDE SACIAR ESA SED DE COSAS INFINITAS; NO HAY META ALCANZABLE. NEPTUNO ES EL ESPÍRITU ILIMITADO DEL HOMBRE; EL CIELO MISMO ES DEMASIADO ESTRECHO PARA SUS DESEOS. Así en su naturaleza viene la alegre coquetería; toma conciencia de su propia angustia, y ésta se exterioriza como un amor a la mascarada. Sabe que el amor es inalcanzable, y por eso juega al amor. Sabe que la felicidad está fuera de su alcance, y por eso la busca violando los límites de la existencia. Su verdadera naturaleza, conmovida por la sabiduría de las estrellas con las que tan extasiado comulga en los siglos de esa vigilia eterna, lo conduce a trances místicos, a visiones de la deidad, a matrimonios misteriosos con elementos ajenos a nuestro sistema. Porque él, el Ismael de los planetas, nunca vuelve su rostro hacia el Sol.

Pero si no está preparado para soportar el exilio, para alcanzar las cumbres nevadas de la omnisciencia y la bienaventuranza por medio del sabio eremita, entonces la falsa naturaleza se burla. la verdad. En los deleites fantásticos y afectuosos, en las comedias amargas hasta la médula, en el uso de extrañas drogas o de perversos placeres, en los sueños de vigilia sin alma y neuróticos, busca satisfacer su Alma.

 ¡AH, NEPTUNO ES EL ALMA!

Y NO HACE ESTO AJUSTARSE AL MAR? ¿NO ESTÁ EL MAR A LA VEZ INFINITAMENTE EN CALMA E INFINITAMENTE ENFADADO? ¿NO TOMA EL MAR FORMAS EXTRAÑAS, FRAGMENTA LA LUZ EN UNA MIRÍADA DE FALLAS DE COLORES FANTÁSTICOS? ILUSIÓN Y ARTE, CAMALEÓN Y DRAGÓN, ¡ESO ES EL MAR! ¿NO ES EL MAR AHORA TIERNO, AHORA ADORABLE, BESADO POR EL SOL, AHORA TERRIBLE EN SU TORMENTO, UN TORBELLINO DE DESEOS INSACIABLES? ¿NO SE ARROJÓ SAFO AL MAR Y UNDINA SACÓ DE ALLÍ EL AMARGO GOZO DE SUS VENAS? ¿NO SON LAS PROFUNDIDADES DEL MAR IMPERTURBABLES, INSONDABLES, Y NO ALBERGAN MONSTRUOS MÁS TERRIBLES QUE LA FANTASÍA DE LA ANTIGÜEDAD JAMÁS INVENTADA?

¡Sí! tomemos el océano de Ulises y de Jason, de Mandeville1 y de Swinburne; deja que el romance y el terror, el misterio y la alegría sobrenatural de todos los artistas del mundo dirija su mirada; mire el mar a través de sus ojos, y atraiga a su Alma la maravilla y el desenfreno de él. Entonces comprende cuán propio es el Océano como imagen del Alma; ¡Cuán apropiado es Neptuno para ser el regente del Océano.

El Alma! ¡Sí, ahí está la palabra! Neptuno es el Alma, con todos sus nervios desnudos estimulados por rayos de sistemas extraños; maliciosos, caprichosos,o bien como cuerdas de arpa tocadas por algún músico del más allá, demasiado sutiles y demasiado divinos para que sus melodías lleguen a los oídos de los mortales. NEPTUNO EN NUESTROS PROPIOS HORÓSCOPOS, NOS PERMITE CAPTAR UN ECO LEJANO DE ESA MÚSICA PLATEADA Y TENUE DE LIRA DE LA PSIQUE DE NUESTRO SER MÁS ÍNTIMO. FUE DE NEPTUNO EN SU MOMENTO MÁS NOBLE QUE EL POETA ESCRIBIÓ:

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