miércoles, 9 de octubre de 2024

ASTROLOGIA Y DESTINO - XXII

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 ASTROLOGÍA Y DESTINO BY LIZ GREENE

El viaje de Carolina no acabó destruyendo su matrimonio, como a veces ocurre con los tránsitos de Venus y Plutón, y como ella misma temía. En el sueño, ella y su marido están vinculados y deben pasar por la experiencia juntos. ESTO SUGIERE QUE VENUS Y PLUTÓN NO ESTÁN TAN INTERESADOS ​​EN LA SEPARACIÓN EN UN NIVEL CONCRETO COMO EN LA SEPARACIÓN DE LA FANTASÍA DEL MARIDO-PADRE IDEAL QUE NOS PROTEGERÁ DE LA VIDA Y NOS ADORARÁ LO SUFICIENTE COMO PARA PERMITIRNOS ESCAPAR DE NOSOTROS MISMOS. ESTA SEPARACIÓN PSÍQUICA ES, CREO, UNO DE LOS SIGNIFICADOS DEL RAPTO DE PERSÉFONE POR HADES, DONDE ES ARRANCADA DEL ABRAZO AMOROSO Y PROTECTOR DE LA MADRE QUE LA PROTEGE Y LE NIEGA LA POSIBILIDAD DE SU PROPIA FEMINIDAD. ESTE PATRÓN ES ARQUETÍPICO, UNA NECESIDAD PSÍQUICA. SI UNO NIEGA O REPUDIA ESTE DESTINO, ENTONCES PUEDE QUE SE ACTÚE SOBRE UNO, Y ENTONCES LA NATURALEZA PUEDE ADOPTAR EL ROSTRO DE LAS ERINIAS.

Los aspectos de Marte y Plutón también están vinculados a la sexualidad y, creo, a un sentimiento de predestinado, aunque la sexualidad de Marte no está realmente relacionada con las relaciones. La unión de los dos regentes de Escorpio tiene fama en muchos libros de texto de todo tipo de cosas desagradables, como la violencia y el deseo obsesivo, la represión y la crueldad, el sadismo y la violación. LO MEJOR QUE SE HA DICHO DE MARTE-PLUTÓN ES QUE REFLEJA UNA VOLUNTAD PODEROSA Y UN PROFUNDO SENTIDO DE AUTODETERMINACIÓN. Podría ser apropiado comenzar una exploración de Marte-Plutón con alguna amplificación mítica, ya que Marte no es tan simple como parece a primera vista. Generalmente se lo interpreta como un símbolo de masculinidad, direccionalidad masculina, autoafirmación, agresión e instinto competitivo. Todo esto es sin duda cierto, y la personalidad típica de Aries, masculina o femenina, generalmente posee alguna cuota de estos atributos directos y enérgicos, ya sea en un plano físico, emocional o intelectual. Pero esto describe el lado Arles de Marte. Tiene otra cara, su "casa de la noche", como solía llamarla la astrología medieval, y es el lado escorpiónico del planeta; y tiene parentesco con Plutón en muchos sentidos. Walter F. Otto, en Los dioses homéricos, ofrece un hermoso aunque inquietante pasaje descriptivo sobre el dios de la guerra Ares, cuyo nombre romano es Marte.

Ares es retratado como un demonio sanguinario y furioso, cuya confianza en la victoria no es más que fanfarronería comparada con el poder racional de una Atenea. Los dioses lo llaman "loco" y "demente"; no sabe "lo que es correcto" y se vuelve, sin carácter, "ahora hacia uno y ahora hacia otro". Para el propio Zeus "ningún dios olímpico es tan odiado" como él, porque "sólo piensa en luchas, guerras y batallas"... La figura de Ares deriva de la anticuada religión de la tierra, donde su salvajismo tenía su lugar apropiado entre otras fuerzas despiadadas. Él es el espíritu de la imprecación, la venganza, la culpa de sangre. Como el demonio de la matanza sangrienta, todavía posee una estatura temible para Homero. Su elemento es el homicidio; se le llama "el destructor", el "asesino de hombres".

No es un compañero de cama alegre; pero tampoco lo es Plutón. Según la cosmogonía de los dioses de Hesíodo, Ares es el hijo partenogenético de Hera, la Gran Diosa. El nacimiento de Ares se produce porque Hera está furiosa con Zeus; ha tenido la audacia de generar a la diosa Atenea de su cabeza sin una consorte femenina, y Hera debe superarlo. Para expresar esto en jerga psicológica, Atenea es el ánima de Zeus, la sabiduría femenina del hombre; y Ares es una forma bastante negativa del animus de Hera, el espíritu de lucha de la mujer. El hecho de que Ares sea hijo de una madre lo relaciona inmediatamente con Hades, que es el falo de una madre. Zeus, en la Ilíada de Homero, considera que el lugar que le corresponde a Ares es entre los Titanes desterrados en las profundidades del Tártaro. Este dios de la guerra no tiene dignidad ni honor, es de un tamaño enorme (210 metros de altura) y absolutamente traicionero. En resumen, Ares es una imagen de la indignación de Hera.

 

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