ASTROLOGIA Y DESTINO - XXVIII

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 ASTROLOGÍA Y DESTINO BY LIZ GREENE

A continuación se presenta el sueño de una mujer con la que trabajé analíticamente durante un corto tiempo. El análisis se interrumpió cuando decidió mudarse a Alemania con su esposo, que había nacido en ese país. Esta mujer, a la que llamaré Ángela, había sufrido una violación a manos de su padrastro cuando tenía ocho años, y dos veces más, ambas a manos de extraños, durante su adolescencia. A pesar de estas experiencias, había logrado formar una relación cercana y satisfactoria con su esposo, pero el aspecto sexual del matrimonio dejaba mucho que desear, principalmente debido al temor bastante comprensible pero extremadamente angustioso de Ángela de perder el control. En su carta natal, la conjunción de Marte, Saturno y Plutón que ya hemos encontrado en el horóscopo de Timothy S. aparece en la séptima casa. Estoy en una habitación con una joven muy bonita de unos dieciséis años, que lleva un vestido de novia blanco. Tiene el pelo dorado, los ojos azules y es muy coqueta, una especie de "niña de papá".

Hay un joven moreno, muy atormentado, que está enamorado de ella. Está poseído por una terrible violencia y quiere clavarle un cuchillo en el corazón a la muchacha. No puede evitarlo. Le clava el cuchillo en el pecho y la sangre brota por todas partes. La muchacha se está muriendo y se tambalea hasta mis brazos. Debo abrazarla mientras sufre su agonía. De repente, veo a una mujer mayor sentada en la habitación. Es grande y muy morena, y está sentada observando con una mirada extrañamente satisfecha. Me doy cuenta con horror de que se trata de la madre de la muchacha y que o bien ha obligado al joven a cometer el asesinato o, en el mejor de los casos, lo ha tolerado, porque no hace nada para ayudar.

Este sueño, que es una representación apenas disfrazada del mito de Hades-Perséfone, retrata al falo como un cuchillo, que realiza el acto de la muerte-matrimonio mientras la Gran Madre observa. Parece revelar mucho sobre los patrones inconscientes que funcionan dentro de una mujer que ha sido expuesta más de una vez a una violación. Ángela era sólo una niña cuando fue violada por primera vez, y difícilmente se la podría culpar por ser "provocadora" en ningún sentido literal, aunque la mayoría de los niños "prueban" su sexualidad incipiente en el curso del desarrollo normal. Sin embargo, hay un destino en juego aquí. Al hablar de la cuestión muy dolorosa de su experiencia infantil, Ángela dio voz a un sentimiento que he escuchado en varias otras ocasiones de mujeres que han sido sometidas a violación infantil: inconscientemente, existe un sentimiento de que la madre es de alguna manera culpable. Esto puede desafiar cualquier consideración racional de las circunstancias familiares objetivas, pero el sentimiento puede ser fuerte y puede persistir a pesar del sentido de culpa que provoca. Cuando Ángela empezó a expresar este sentimiento como una fantasía, sintió que su madre fomentaba secretamente la violación o que hacía la vista gorda cuidadosamente ante su ocurrencia, porque así mantenía callado al marido.

Es posible que una fantasía de este tipo no tenga respaldo en términos de conducta o intención reales, pero en el caso de Ángela parece que percibió una corriente inconsciente subyacente en funcionamiento dentro de la situación familiar. La sensación de no tener protección contra la fuerza aterradora del violador y la convicción de que esto refleja una omisión o incluso una intención por parte de la madre es una de las heridas más profundas en torno al tema de la violación infantil y, en muchos sentidos, es tan dolorosa como el acto físico en sí mismo debido al profundo sentimiento de traición. Ya sea que esto refleje una colusión familiar enrevesada y profundamente inconsciente o un "significado" arquetípico, sigue siendo un destino.

El sueño de Ángela no sólo trata de lo que le pasó a su cuerpo; es también un sueño de iniciación que se produce en un momento en que se encontraba a punto de renunciar a su terror a la penetración de la vida. Apunta tanto hacia atrás como hacia adelante, no sólo planteando el problema de la complicidad de la madre, sino también destacando la necesidad de un sacrificio de la inocencia "virginal" a la que se aferraba como única defensa contra la terrible rabia que sentía en su interior. El hecho de que ella sea capaz de sostener a la niña moribunda y contener sus agonías de muerte en el sueño es un augurio de que Ángela tenía la fuerza para hacer frente a cualquier emoción que pudiera estallar. De hecho, esto resultó ser así, y la erupción de rabia hacia la madre liberó gran parte de la inhibición sexual que la había atormentado. Su enojo hacia su padrastro era consciente, pero expresarlo no la había ayudado. Fue sólo cuando se enfrentó al problema de su madre que pudo comenzar a producirse algún cambio o sanación.