LA ASTROLOGIA
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La
polaridad del aprendizaje
Hace mucho que se plantea la pregunta de hasta qué punto
está determinado el destino, respectivamente el cumplimiento de estos deberes,
y dónde está la libertad del hombre para cambiar esto en algún respecto. Esta es y será una de
las cuestiones más difíciles, pero podemos acercarnos a su eventual solución
paso a paso. Respecto al programa de
aprendizaje, éste con seguridad está determinado y tiene que ser cumplido. Pero
también dentro del determinismo la ley de polaridad sigue totalmente en vigencia.
Esta ley nos pone ante la elección de cómo cumplir el programa de aprendizaje,
por qué camino queremos realizar nuestros pasos de aprendizaje y cómo queremos
resolver los problemas. Por eso es necesario distinguir entre los problemas a
resolver, ellos sí totalmente
determinados, y el "cómo" de la vía de solución. Para ello la ley
de polaridad ofrece dos posibilidades:
1. Aprender
de manera consciente. Esta posibilidad requiere del hombre que esté siempre
dispuesto a afrontar las exigencias del destino y a resolver cada problema que
se presenta, voluntariamente mediante la actividad.
2. Aprender
de manera inconsciente. Esto se produce automáticamente, cuando el hombre
pierde la oportunidad de resolver un problema de manera consciente. La mayoría
de los hombres se limitan generalmente a la segunda posibilidad. Pero aprender inconscientemente es
siempre aprender mediante el sufrimiento. Mientras el hombre esté
dispuesto a cuestionar viejos puntos de vista y fijaciones, a aprender nuevos
enfoques, arriesgar nuevas experiencias, a expandir su conciencia de manera de
dominar todos los deberes presentados por el destino, no tiene que temer golpes
demasiado tremendos del destino, ni enfermedades graves.
Pero en el momento en que el hombre rechaza los problemas y
trata de escaparles o de negarlos (los psicólogos llaman a esto
"reprimir"), ahí el destino comienza a obligar al hombre a enfrentar
el proceso de aprendizaje no percibido. El hombre se convierte en víctima de
una situación en la cual resuelve obligatoriamente, mediante la vivencia
propia, por lo menos una parte del problema. El proceso de aprendizaje en estas
situaciones forzadas es generalmente incompleto porque la resistencia del que
sufre es demasiado grande. Sólo cuando el hombre se ha reconciliado con una
situación, puede comprender plenamente su sentido. Así, el resto no resuelto
del problema queda como semilla para una nueva enseñanza forzada; veamos un
ejemplo:
Tomamos del horóscopo de una persona una constelación que en
el idioma específico se llamaría "Saturno
cuadratura Marte". En el sentido puramente técnico esto significa que
el planeta Saturno forma un ángulo de 90° con el planeta Marte en el momento de
nacer la persona en cuestión. Pero esta constelación Saturno-Marte no es más
que un símbolo para un cierto deber a aprender. Ya hemos visto brevemente el
principio de Saturno bajo los términos clave: resistencia, estructura,
obstáculo; al principio Marte le asignamos los conceptos energía e
impulso. Si estos dos principios primordiales entran en un horóscopo en una
relación denominada cuadratura, esto significa que en esta persona la energía se acopla con la resistencia
y no pueden ser separados. Llamamos brevemente a esta situación
"problemática energía-resistencia". Siempre que una persona así
quiera usar sus energías, se enfrentará al mismo tiempo con resistencias.
Un ser en esta situación se quejará muchísimo del mundo exterior
y opinará que por pura maldad le están tirando permanentemente palos entre las
piernas. Cuanto más proyecta la "culpa" hacia el mundo circundante,
tanto menos redimirá su problema. Es cierto que el mundo circundante es el
órgano ejecutivo de estas resistencias, pero el problema en sí reside en la
persona en cuestión, quien por esta afinidad entra por ley en contacto con un
mundo exterior que le corresponde, también se puede decir que se lo busca de
manera inconsciente. En realidad esta persona es posible que necesite dichas
resistencias porque sin ellas no podría agotar sus energías. Las personas de
este tipo crecen con las resistencias, cosa que fácilmente puede llevar a una "escalada
de la búsqueda de resistencias".
La constelación es un deber para el hombre, no es ni buena
ni mala, ni positiva ni negativa, sino que sólo quiere ser transformada en
realidad por el hombre, porque solamente así puede ser redimida.
Supongamos además que esta persona reprime en gran medida
este problema. Allí donde lo encuentra, lo proyecta sobre el mundo circundante
y lo hace responsable del problema, pero él mismo no hace nada para resolverlo.
Ni siquiera lo considera "su" problema.
En astrología hay
ciertos procedimientos técnicos que permiten reconocer cuando cierta
constelación entra en vigencia especial para una persona la así llamada descarga.
La mayoría de los astrólogos tienden a considerar una constelación tal como
mala y peligrosa y en caso de que esa persona aceptara consejos, recomendarán
especial prudencia para el momento calculado de la descarga. Independientemente
de poder seguir tal consejo, totalmente sin sentido, la persona se verá
envuelta en el momento calculado en una situación donde conocerá el problema
evitado "energía-resistencia" como víctima: Una posibilidad para
esto, análoga a los principios primordiales, sería estrellarse con un automóvil
a 180 km. por hora contra un árbol. Ahora ha aprendido lo que es energía (180
km. por hora) y resistencia (árbol). Ha conocido estos principios primordiales.
Siempre se aprende con acontecimientos de este tipo pero no
de la manera completa deseada. Un hecho de esta naturaleza parece dar derecho a
un astrólogo para hablar de una constelación peligrosa y negativa, pero en
realidad, aquí una constelación totalmente neutral se convirtió en peligrosa
para una persona en un caso muy definido, porque la misma se resistió a cumplir
su deber de manera consciente.
¿Cómo sería una
solución consciente en este caso? Se debería buscar una actividad u
ocupación en la cual fuera posible realizar constantemente los principios
descritos (energía-resistencia) en cualquier nivel de la realidad. En nuestro
ejemplo se ofrece por ejemplo el deporte kárate. En este deporte se aprende a
ejecutar golpes de una intensidad enormemente elevada y a pararlos con
exactitud milimétrica antes de que lleguen a su meta, porque si no serían
golpes mortales para el compañero de lucha. La potencia increíble de estos
golpes de mano y pie se demuestra a menudo partiendo con la mano ladrillos o
tablas.
Las dos propiedades más sobresalientes de este deporte son
por lo tanto los golpes de alta energía y la gran exactitud con la que se los
controla. Es por esto que el kárate corresponde exactamente a nuestra
constelación "Marte-Saturno". La energía en sí adireccional de Marte
encuentra aquí la estructura de Saturno. Si por ejemplo esta persona aprende
este deporte, realiza constantemente su constelación, mediante el ejercicio
diario. Aprende a conocer cada vez mejor la problemática, por experiencia
propia y análisis, con lo cual este conocimiento se transfiere por sí mismo a
otros niveles del ser.
Esta persona no tiene que temer la descarga de la
constelación. No necesita estrellarse con su automóvil contra un árbol, por más
que circule a 180 km. por hora. También para ella se va a mostrar la
constelación a su debido tiempo, pero no resultará peligrosa. Así podría ser
que esa persona saliera ganadora en ese preciso momento en una competencia de
kárate, que recibiera un cinturón ("Dan") nuevo, etc. Este ejemplo
debería aclarar hasta dónde está determinado el cumplimiento del deber y cuál
es la posibilidad de elección entre el camino consciente y el inconsciente. Lo
que le importa al destino es solamente el resultado final, no el camino. Lo
importante es llegar a la meta de aprendizaje y no de cuanto sufrimiento se
carga el hombre a sí mismo en su camino, por su constante negativa a aprender.
De paso, este ejemplo, también debería esclarecer la
cuestión de la exactitud del pronóstico astrológico. La astrología trabaja con
precisión en el nivel de los principios, pero estos principios pueden
realizarse en un sin fin de niveles concretos. Es bastante imposible para la
astrología definir el nivel de la realización. "Bastante" significa
aquí que se pueden reconocer ciertos niveles preponderantes. Eventualmente un
desarrollo técnico más avanzado puede mejorar esta posibilidad. Los sistemas
astrológicos modernos ya pueden captar en parte el nivel, pero la
diferenciación de tales sistemas hace prácticamente imposible su uso para el
pronóstico. Deberíamos tener claro que esto no es falta de exactitud, sino la
consecuencia del sistema de pensamiento vertical. Como el nivel concreto de
realización no tiene importancia para el destino, tampoco es para nosotros de
significación fundamental.
Veremos más adelante que justamente el hecho de poder intercambiar
los niveles nos trae valiosas posibilidades de terapia. Puede ser extraño para
quien sea ajeno al tema, oír que estrellarse contra un árbol y practicar kárate
sean lo "mismo". Por otro lado, esta manera de pensar nos permite
descubrir relaciones totalmente nuevas de la realidad.
Los golpes del destino y la enfermedad son casi siempre sólo
el aspecto pasivo de un proceso de aprendizaje no percibido de manera
voluntaria. La fórmula abreviada reza: quien no aprende, sufre. El
hombre plantea en general exigencias bastante particulares a la vida y a su destino;
se comporta como si tuviera derecho a que le vaya bien, a ser rico, sano y
feliz. ¡Qué grotesco desconocimiento de la realidad! ¿De dónde deduce el hombre
tales pretensiones? El hombre no se encarna en este mundo para gozar el calor
del sol holgazaneando, sino para desarrollarse y para servir al mundo según sus
capacidades. Quien hace esto de manera consciente, también encontrará la
felicidad. Lo dicho, nada tiene que ver con una negación de la vida, sino que
sólo quiere desplazar prioridades.
El hombre está siempre buscando la felicidad. Esto no solamente
es su derecho, sino el impulso más profundo de sus actos. Pero los caminos
tomados son en gran parte muy inadecuados para asegurar el éxito de tal
búsqueda. El hombre busca lo que él llama la felicidad, sin tener una visión
precisa de lo que es en realidad esa felicidad. Así se identifica cualquier
cosa del mundo exterior con esta sensación deseada de felicidad y se cree que,
una vez que se poseen tales cosas, también se será feliz.
Y así empieza una cacería sin fin y sin sentido. Porque,
cada vez que se ha alcanzado al codiciado portador de la felicidad, éste se
desenmascara como insuficiente para transmitir la felicidad ansiada. El que
tiene hambre, cree que sería el hombre más feliz del mundo si tuviera alimento
como para saciarse. Si se le da esa ansiada comida, creerá que alcanzará la
perfección de la felicidad cuando tenga una vivienda. Si consigue alojamiento,
va a querer una casa propia con jardín. Si la obtiene, todavía le falta la fama
y el reconocimiento para ser feliz. Cuando también obtiene esas cosas,
lamentablemente una enfermedad crónica le impide gozar su felicidad. Curada la
enfermedad, se siente solitario y necesita "sólo" gente para ser
"feliz". "Por suerte", la muerte lo salva entonces
transitoriamente de esta cacería agotadora en pos de la felicidad.
El error reside en la opinión de que la felicidad depende de
cosas exteriores. Uno se olvida que las cosas exteriores solamente tienen
encanto mientras uno no las tiene, que la felicidad no se puede cazar, no se
puede poseer. Solamente se puede ser feliz. La felicidad es un estado de la conciencia del alma, razón por la
cual se habla de "bienaventuranza" (condición feliz o
venturosa del alma). La felicidad es totalmente independiente del mundo exterior;
crece allí donde el hombre entra en armonía con el mundo, crece también donde
el hombre toma conciencia de su deber y reconoce la gracia de poder servir.
El sufrimiento es el polo opuesto de la felicidad y por ende
finalmente es lo mismo. El sufrimiento se ocupa "para suerte del hombre"
que no se pierda para siempre en un laberinto. El sufrimiento se encarga de que
el hombre no abandone la búsqueda, hace imposible que se detenga. El
sufrimiento es siempre un rodeo, y por lo tanto, aun a pesar de ello, es un
camino.
William Lilly, Master Astrologer
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