miércoles, 2 de septiembre de 2015

LA ASTROLOGIA IV

LA ASTROLOGIA
 
 “Un sistema de representación de la realidad” Por  Thorwald Dethlefsen
 
Este material no es para reproducirlo o fijar en otros blogs o websites, o en documentos PDFS, como ha sucedido con otros artículos nuestros sin autorización previa de parte de La Escuela Internacional de Astrología.
 
    La polaridad del aprendizaje
 
Hace mucho que se plantea la pregunta de hasta qué punto está determinado el destino, respectivamente el cumplimiento de estos deberes, y dónde está la libertad del hombre para cambiar  esto en algún respecto. Esta es y será una de las cuestiones más difíciles, pero podemos acercarnos a su eventual solución paso a  paso. Respecto al programa de aprendizaje, éste con seguridad está determinado y tiene que ser cumplido. Pero también dentro del determinismo la ley de polaridad sigue totalmente en vigencia. Esta ley nos pone ante la elección de cómo cumplir el programa de aprendizaje, por qué camino queremos realizar nuestros pasos de aprendizaje y cómo queremos resolver los problemas. Por eso es necesario distinguir entre los problemas a resolver, ellos sí totalmente determinados, y el "cómo" de la vía de solución. Para ello la ley de polaridad ofrece dos posibilidades:          
 
1.      Aprender de manera consciente. Esta posibilidad requiere del hombre que esté siempre dispuesto a afrontar las exigencias del destino y a resolver cada problema que se presenta, voluntariamente mediante la actividad.               
2.      Aprender de manera inconsciente. Esto se produce automáticamente, cuando el hombre pierde la oportunidad de resolver un problema de manera consciente. La mayoría de los hombres se limitan generalmente a la segunda posibilidad. Pero aprender inconscientemente es siempre aprender mediante el sufrimiento. Mientras el hombre esté dispuesto a cuestionar viejos puntos de vista y fijaciones, a aprender nuevos enfoques, arriesgar nuevas experiencias, a expandir su conciencia de manera de dominar todos los deberes presentados por el destino, no tiene que temer golpes demasiado tremendos del destino, ni enfermedades graves.
 
Pero en el momento en que el hombre rechaza los problemas y trata de escaparles o de negarlos (los psicólogos llaman a esto "reprimir"), ahí el destino comienza a obligar al hombre a enfrentar el proceso de aprendizaje no percibido. El hombre se convierte en víctima de una situación en la cual resuelve obligatoriamente, mediante la vivencia propia, por lo menos una parte del problema. El proceso de aprendizaje en estas situaciones forzadas es generalmente incompleto porque la resistencia del que sufre es demasiado grande. Sólo cuando el hombre se ha reconciliado con una situación, puede comprender plenamente su sentido. Así, el resto no resuelto del problema queda como semilla para una nueva enseñanza forzada; veamos un ejemplo:
 
Tomamos del horóscopo de una persona una constelación que en el idioma específico se llamaría "Saturno cuadratura Marte". En el sentido puramente técnico esto significa que el planeta Saturno forma un ángulo de 90° con el planeta Marte en el momento de nacer la persona en cuestión. Pero esta constelación Saturno-­Marte no es más que un símbolo para un cierto deber a aprender. Ya hemos visto brevemente el principio de Saturno bajo los términos clave: resistencia, estructura, obstáculo; al principio Marte le asignamos los conceptos energía e impulso. Si estos dos principios primordiales entran en un horóscopo en una relación denominada cuadratura, esto significa que en esta persona la energía se acopla con la resistencia y no pueden ser separados. Llamamos brevemente a esta situación "problemática energía-resistencia". Siempre que una persona así quiera usar sus energías, se enfrentará al mismo tiempo con resistencias.
 
Un ser en esta situación se quejará muchísimo del mundo exterior y opinará que por pura maldad le están tirando permanentemente palos entre las piernas. Cuanto más proyecta la "culpa" hacia el mundo circundante, tanto menos redimirá su problema. Es cierto que el mundo circundante es el órgano ejecutivo de estas resistencias, pero el problema en sí reside en la persona en cuestión, quien por esta afinidad entra por ley en contacto con un mundo exterior que le corresponde, también se puede decir que se lo busca de manera inconsciente. En realidad esta persona es posible que necesite dichas resistencias porque sin ellas no podría agotar sus energías. Las personas de este tipo crecen con las resistencias, cosa que fácilmente puede llevar a una "escalada de la búsqueda de resistencias".
 
La constelación es un deber para el hombre, no es ni buena ni mala, ni positiva ni negativa, sino que sólo quiere ser transformada en realidad por el hombre, porque solamente así puede ser redimida.
 
Supongamos además que esta persona reprime en gran medida este problema. Allí donde lo encuentra, lo proyecta sobre el mundo circundante y lo hace responsable del problema, pero él mismo no hace nada para resolverlo. Ni siquiera lo considera "su" problema.
 
En astrología hay ciertos procedimientos técnicos que permiten reconocer cuando cierta constelación entra en vigencia especial para una persona la así llamada descarga. La mayoría de los astrólogos tienden a considerar una constelación tal como mala y peligrosa y en caso de que esa persona aceptara consejos, recomendarán especial prudencia para el momento calculado de la descarga. Independientemente de poder seguir tal consejo, totalmente sin sentido, la persona se verá envuelta en el momento calculado en una situación donde conocerá el problema evitado "energía-resistencia" como víctima: Una posibilidad para esto, análoga a los principios primordiales, sería estrellarse con un automóvil a 180 km. por hora contra un árbol. Ahora ha aprendido lo que es energía (180 km. por hora) y resistencia (árbol). Ha conocido estos principios primordiales.
 
Siempre se aprende con acontecimientos de este tipo pero no de la manera completa deseada. Un hecho de esta naturaleza parece dar derecho a un astrólogo para hablar de una constelación peligrosa y negativa, pero en realidad, aquí una constelación totalmente neutral se convirtió en peligrosa para una persona en un caso muy definido, porque la misma se resistió a cumplir su deber de manera consciente.
 
¿Cómo sería una solución consciente en este caso? Se debería buscar una actividad u ocupación en la cual fuera posible realizar constantemente los principios descritos (energía-resistencia) en cualquier nivel de la realidad. En nuestro ejemplo se ofrece por ejemplo el deporte kárate. En este deporte se aprende a ejecutar golpes de una intensidad enormemente elevada y a pararlos con exactitud milimétrica antes de que lleguen a su meta, porque si no serían golpes mortales para el compañero de lucha. La potencia increíble de estos golpes de mano y pie se demuestra a menudo partiendo con la mano ladrillos o tablas.
 
Las dos propiedades más sobresalientes de este deporte son por lo tanto los golpes de alta energía y la gran exactitud con la que se los controla. Es por esto que el kárate corresponde exactamente a nuestra constelación "Marte-Saturno". La energía en sí adireccional de Marte encuentra aquí la estructura de Saturno. Si por ejemplo esta persona aprende este deporte, realiza constantemente su constelación, mediante el ejercicio diario. Aprende a conocer cada vez mejor la problemática, por experiencia propia y análisis, con lo cual este conocimiento se transfiere por sí mismo a otros niveles del ser.
 
Esta persona no tiene que temer la descarga de la constelación. No necesita estrellarse con su automóvil contra un árbol, por más que circule a 180 km. por hora. También para ella se va a mostrar la constelación a su debido tiempo, pero no resultará peligrosa. Así podría ser que esa persona saliera ganadora en ese preciso momento en una competencia de kárate, que recibiera un cinturón ("Dan") nuevo, etc. Este ejemplo debería aclarar hasta dónde está determinado el cumplimiento del deber y cuál es la posibilidad de elección entre el camino consciente y el inconsciente. Lo que le importa al destino es solamente el resultado final, no el camino. Lo importante es llegar a la meta de aprendizaje y no de cuanto sufrimiento se carga el hombre a sí mismo en su camino, por su constante negativa a aprender.
 
De paso, este ejemplo, también debería esclarecer la cuestión de la exactitud del pronóstico astrológico. La astrología trabaja con precisión en el nivel de los principios, pero estos principios pueden realizarse en un sin fin de niveles concretos. Es bastante imposible para la astrología definir el nivel de la realización. "Bastante" significa aquí que se pueden reconocer ciertos niveles preponderantes. Eventualmente un desarrollo técnico más avanzado puede mejorar esta posibilidad. Los sistemas astrológicos modernos ya pueden captar en parte el nivel, pero la diferenciación de tales sistemas hace prácticamente imposible su uso para el pronóstico. Deberíamos tener claro que esto no es falta de exactitud, sino la consecuencia del sistema de pensamiento vertical. Como el nivel concreto de realización no tiene importancia para el destino, tampoco es para nosotros de significación fundamental.
 
Veremos más adelante que justamente el hecho de poder intercambiar los niveles nos trae valiosas posibilidades de terapia. Puede ser extraño para quien sea ajeno al tema, oír que estrellarse contra un árbol y practicar kárate sean lo "mismo". Por otro lado, esta manera de pensar nos permite descubrir relaciones totalmente nuevas de la realidad.
 
Los golpes del destino y la enfermedad son casi siempre sólo el aspecto pasivo de un proceso de aprendizaje no percibido de manera voluntaria. La fórmula abreviada reza: quien no aprende, sufre. El hombre plantea en general exigencias bastante particulares a la vida y a su destino; se comporta como si tuviera derecho a que le vaya bien, a ser rico, sano y feliz. ¡Qué grotesco desconocimiento de la realidad! ¿De dónde deduce el hombre tales pretensiones? El hombre no se encarna en este mundo para gozar el calor del sol holgazaneando, sino para desarrollarse y para servir al mundo según sus capacidades. Quien hace esto de manera consciente, también encontrará la felicidad. Lo dicho, nada tiene que ver con una negación de la vida, sino que sólo quiere desplazar prioridades.
 
El hombre está siempre buscando la felicidad. Esto no solamente es su derecho, sino el impulso más profundo de sus actos. Pero los caminos tomados son en gran parte muy inadecuados para asegurar el éxito de tal búsqueda. El hombre busca lo que él llama la felicidad, sin tener una visión precisa de lo que es en realidad esa felicidad. Así se identifica cualquier cosa del mundo exterior con esta sensación deseada de felicidad y se cree que, una vez que se poseen tales cosas, también se será feliz.
 
Y así empieza una cacería sin fin y sin sentido. Porque, cada vez que se ha alcanzado al codiciado portador de la felicidad, éste se desenmascara como insuficiente para transmitir la felicidad ansiada. El que tiene hambre, cree que sería el hombre más feliz del mundo si tuviera alimento como para saciarse. Si se le da esa ansiada comida, creerá que alcanzará la perfección de la felicidad cuando tenga una vivienda. Si consigue alojamiento, va a querer una casa propia con jardín. Si la obtiene, todavía le falta la fama y el reconocimiento para ser feliz. Cuando también obtiene esas cosas, lamentablemente una enfermedad crónica le impide gozar su felicidad. Curada la enfermedad, se siente solitario y necesita "sólo" gente para ser "feliz". "Por suerte", la muerte lo salva entonces transitoriamente de esta cacería agotadora en pos de la felicidad.
 
El error reside en la opinión de que la felicidad depende de cosas exteriores. Uno se olvida que las cosas exteriores solamente tienen encanto mientras uno no las tiene, que la felicidad no se puede cazar, no se puede poseer. Solamente se puede ser feliz. La felicidad es un estado de la conciencia del alma, razón por la cual se habla de "bienaventuranza" (condición feliz o venturosa del alma). La felicidad es totalmente independiente del mundo exterior; crece allí donde el hombre entra en armonía con el mundo, crece también donde el hombre toma conciencia de su deber y reconoce la gracia de poder servir.
 
El sufrimiento es el polo opuesto de la felicidad y por ende finalmente es lo mismo. El sufrimiento se ocupa "para suerte del hombre" que no se pierda para siempre en un laberinto. El sufrimiento se encarga de que el hombre no abandone la búsqueda, hace imposible que se detenga. El sufrimiento es siempre un rodeo, y por lo tanto, aun a pesar de ello, es un camino.
 
 
William Lilly,  Master Astrologer
 
ESCUELA DE ASTROLOGÍA - WILLIAM LILLY - POWERED BY GOOGLE
 

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