lunes, 28 de agosto de 2017

EL SEÑOR DE LA OSCURIDAD I

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La Escuela Internacional de Astrología rinde tributo de admiración al RABINO PHILIP S. BERG por sus extraordinarios aportes a la Astrología Qabalistíca, aunque desafortunadamente ya no está entre nosotros, nos ha  legado un cúmulo de sabiduría que no hay como retribuirlo. Invitamos a todos nuestros Seguidores(as) y lectores(as) para que participen de este material y lo puedan llevar a la práctica, sin olvidar comprar el libro que está disponible en idioma español.
 
 
EL SEÑOR DE LA OSCURIDAD Y EL ESCUADRON  DE LA ESTRELLA DE LA MUERTE por el Rabino Philip S. Berg
 
Estamos bajo un constante ataque del cosmos. Consciente o inconscientemente, estamos a su merced. Su constante bombardeo de infinidad de pensamientos es implacable. Estos pensamientos nos perturban cuando deseamos conciliar el sueño. Al relajarnos después de un día difícil, nos impiden darnos el lujo de tener tranquilidad mental. Siguen trabajando a pesar de nuestros esfuerzos por aquietar nuestro cerebro. Hacer a un lado, así sea momentáneamente, los pensamientos que el cosmos nos impone, se convierte en una tarea monumental. Después de un tiempo, simplemente nos resignamos a ello.
La batalla es demasiado furiosa, y no hay males de apaciguamiento. Por lo general, resulta inútil lo que ligamos la gran mayoría. Parece que la única salida es escapar a otra ocupación. Pero entonces la posibilidad de relajarnos nos elude nuevamente.
Este predicamento, afirma el Zóhar, debe convencernos del poco control que ejercemos sobre nuestra mente y nuestro destino. No asumimos nuestra responsabilidad por lo que nos ocurre. Cuando reconocemos el grado de manipulación externa de que somos objeto, y únicamente entonces, podemos mejorar nuestro bienestar físico y mental. ¿Es que el cosmos afecta e influye a toda la gente de la misma manera?. Y si no es así, ¿Por qué no?. El conjunto cósmico de actores celestiales es manejado por la Fuerza, la realidad omniabarcante. Sus rotaciones, movimientos y revoluciones aparecen dentro de un programa regular y predeterminado, pero cada uno de nosotros es influenciado por sus inteligencias astrales de distinta manera.
¿Qué es, entonces, lo que determina el cómo y el porqué de que los seres humanos seamos afectados por estas influencias extraterrestres en una forma única, individual y particular?. ¿Qué factor actúa para casi forzarnos a obrar de tal manera que luego nos preguntamos: “¿Por qué hicimos esto?”.
El Cabalista se pregunta: “En primer lugar, ¿Qué causó qué?”. Y esto a pesar de la conclusión del Zóhar, de que nuestro universo y las vidas de todos los humanos están programadas en planos cósmicos computarizados. No obstante, ¿Cómo es que estos planos toman en cuenta las características individuales que programan cada aspecto de nuestro universo en forma propia y particular?.
 
La reencarnación, el cassette de vidas anteriores, es responsable de la creatividad de la persona, de su libre albedrío y de sus emociones, tales como amor, odio, miedo e instintos beligerantes. Este cassette tiene una inteligencia propia. Basadas en conductas anteriores, las incontables acciones, tanto positivas como negativas, crean un nuevo ADN metafísico, que es la incorporación de todas estas acciones previas. La interfase entre los ámbitos físico y metafísico, entre el presente y el pasado, es el alineamiento de los cuerpos astrales al momento de nuestro nacimiento. La perspectiva cabalística de la astrología difiere dramáticamente de los objetivos convencionales de esta ciencia. La astrología convencional sostiene que el individuo seguirá una ruta de acción debido a la posición de las estrellas. La Cabalá sostiene que “el proceso de Tikún” ubica al individuo en una situación astrológica para que las estrellas lo influyan en la dirección necesaria.
Las cartas astrales son una imagen pictórica de esta interfase metafísica. Las entidades celestiales físicas no determinan o afectan el ámbito metafísico anterior. Es siempre el ámbito no material, incognoscible, el que finalmente manifiesta los canales particulares de energía a través de los cuales se hace realidad la existencia física y material.
Estos canales de energía proporcionan las variadas escenas de nuestras vidas anteriores. Cuando nos hemos comportado de manera negativa durante un momento particular de nuestra vida presente, que corresponde a una encarnación anterior, quedamos infundidos con energía inteligencia negativa. Nuestra actividad negativa previa queda superimpuesta a las experiencias de nuestra vida presente para brindarnos otra oportunidad de hacer esa corrección, o Tikún.
Cada día de una vida presente corresponde exactamente al tiempo de otra anterior. Si, por ejemplo, el día de hoy es nuestro cumpleaños número veintiséis, los cuerpos astrales transmitirán una impresión de comportamiento idéntica al de esa fecha en una encarnación previa. La interfase se ocupa de las combinaciones de complejas fuerzas de vida que subsecuentemente se manifiestan en nuestro ámbito físico presente.
Al momento del nacimiento la posición de los complejos mecanismos de los cuerpos planetarios actúa como una interfase física que abarca la impresión total de vidas anteriores. Este proceso es comparable al que tiene lugar en el momento de la concepción, cuando el esperma del hombre y el óvulo de la mujer aportan su propia impresión al embrión en desarrollo.
Cuando leemos en el Zóhar que estas influencias astrales tienen un profundo efecto en nosotros es debido a que el proceso de reencarnación está basado en las fallas de carácter de una vida anterior. La hora exacta y el lugar de nacimiento revelan el patrón de vida principal — y lo subrayo, el patrón principal — del individuo, así como su poder potencial, sus apegos y problemas.
A pesar de toda la inviolabilidad del patrón básico de destino, tenemos un grado de libertad casi ilimitado. Nosotros podemos determinar cómo tendrá lugar el proceso de Tikún en la vida presente. La carta natal revelará los velos y restricciones que nos impiden sentirnos libres. Además, la miopía, la intolerancia y las actitudes no espirituales del pasado pueden impedir que hagamos uso de las herramientas disponibles, mediante las cuales podemos trascender a otro nivel de conciencia y cambiar nuestro destino.
Estos velos son de nuestra propia creación. Hoy en día, la oposición de algunos a la Cabalá es una mera actitud involuntaria asumida en una vida anterior, que se expresa nuevamente. Nosotros construimos antes estas barreras.
Sin embargo, precisamente porque son producto de nuestra manufactura, también podemos romperlas y ascender a niveles superiores de conciencia.
Retomando por un momento el bombardeo cósmico que la mayoría de nosotros experimentamos durante los momentos en que estamos relajados, ¿Dónde se encuentra la fuente de estos pensamientos complejos y diversificados que aparecen en nuestro subconsciente?. Dado que el subconsciente no razona, sino que actúa de acuerdo a los insumos programados en otra o en muchas otras vidas anteriores, estos pensamientos son una acumulación de lo que entonces venía sucediendo.
Además, los innumerables impulsos que sobresalen del entramado mental se convierten en parte integral del proceso de pensamiento.
Al comparar este proceso con el de una computadora, encontramos que en el caso de la máquina ésta piensa por nosotros, pero cuando usamos la mente nosotros somos el proceso mismo. Los impulsos y los estímulos electrónicos permiten que una computadora en estado funcional produzca los resultados y la impresión finales. Nuestra mente subconsciente opera sobre un principio similar, con la excepción de que los humanos tenemos la capacidad de concientizar los estímulos como expresiones del ataque cósmico.
El mismo proceso ocurre en nuestros cuerpos físicos al nivel terrenal.
La estimulación física o emocional de nuestro cuerpo o de nuestra psique produce diferentes respuestas, algunas sutiles y otras más aparentes. En el universo metafísico, las estrellas no brillan constantemente ni transfieren energía sin cesar. Más bien irradian únicamente a intervalos establecidos.
El Zóhar establece que: “Cada unidad de conciencia o inteligencia retorna a su posición anterior no manifiesta después de haber cumplido su propósito”. Por lo tanto, nuestro universo mundano y nuestros propios cuerpos físicos reflejan un constante vaivén entre la realidad terrena y la realidad de los sistemas celestiales. El ámbito cósmico constituye el estadio intemporal y libre de espacio que debemos alcanzar si queremos ser los amos verdaderos de nuestro propio destino.
Una vez más, queda demostrada la gran verdad zohárica: “Tal como arriba, así abajo” Podríamos parafrasearla y decir: “Tal como en el universo metafísico, así en el físico”.
Para ilustrar con mayor claridad este punto, reflexionemos por un momento en la respuesta del átomo a la estimulación externa. Algunos electrones, al ser estimulados, se excitan y responden desplazándose a una órbita más alta, más lejana del núcleo. Al cesar el estímulo regresan a sus ciclos orbitales anteriores. Finalmente, la penetración y la observación de áreas más profundas y microscópicas nos permitirán ver el rápido vaivén que tiene lugar en este proceso.
La inundación de energía-inteligencia de pensamiento a la que estamos sujetos en esta vida se origina en el cosmos. Sin embargo, la Cabalá nos revela que ni siquiera el cosmos está considerado como la fuente principal del bien y del mal, de la salud y la enfermedad. La tensión nerviosa y la tranquilidad subrayan la necesidad de determinar la fuente.
Toda vez que continuemos enfocando nuestra atención en los síntomas, fracasaremos en nuestro avance hacia el descubrimiento de las causas subyacentes. La invasión de nuestros cuerpos con medicamentos y cirugía para corregir los síntomas de la enfermedad consume la energía creativa necesaria para encontrar la causa básica y aplicar el remedio.
Hemos sido programados por nuestra cultura para creer que algo más que el alivio temporal es probablemente imposible y entonces delegamos toda la responsabilidad de nuestra salud a las “autoridades”. Existe un antiguo y conocido dicho cabalístico: “Se recibe lo que se pide”.
La pregunta que podría surgir, si verdaderamente esto es tan sencillo, es: Entonces, ¿Por qué todo el caos y el desorden?. Si la Fuerza se preocupa por nuestro bienestar, ¿Por qué sufrimos?. ¿Por qué nos enfrentamos a índices cada vez mayores de enfermedades cardiacas, cáncer y otras enfermedades degenerativas, todo ello a pesar de los avances científicos de este siglo?.
 
William Lilly - Master Astrologer
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