lunes, 22 de abril de 2019

METAFÍSICA DEL NACIMIENTO I


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METAFÍSICA DEL NACIMIENTO
por Ibn Asad

A todos los lectores(as) y seguidores(as) de nuestro blog, un cordial, afectuoso y caluroso saludo. Los invitamos a leer el siguiente material y que les sirva de reflexión sobre un tema de tanta importancia. SOMOS PARTIDARIOS DE QUE LOS BEBÉS DEBERÍAN NACER EN SUS CASAS, ACOMPAÑADOS POR TODA LA FAMILIA Y BAJO LA TUTELA DE PROFESIONALES EXPERTOS, NO SOLO EN MEDICINA SINO EN HUMANÍSTICA....GRACIAS POR INTERÉS EN EL TEMA...

A propósito de una enriquecedora conversación con el Dr. Godoy, faltaba dejar por escrito algunas generalidades sobre la experiencia del nacimiento. Y aun siendo generalidades, no dejarán de sorprender a más de un médico (Dr. Godoy incluido) que, teniendo una formación académica vasta y siempre respetable por nosotros, quizás jamás las hayan tomado en cuenta. Por lo tanto, nada más lejos de nuestras intenciones que dar lecciones a maestros en una materia sobre la que no tenemos competencia (a saber, la medicina). Al contrario: sólo se pretende aportar apercepciones completamente desdeñadas desde un punto de vista científico-moderno, que pueden enriquecer una experiencia clave en todo ser humano: el nacimiento. Pues aunque la ciencia obstétrica es responsable de mejoras encomiables y soluciones admirables, también existe una dimensión de la experiencia natal que permanece velada a ojos de cualquier enfoque profano: la metafísica. Reconocemos lo que es ampliamente conocido por aquellos que nos conocen: esa es la dimensión que nos interesa (no otra). Y es que en el caso del nacimiento, esta metafísica cobra un carácter único e irresistible. El nacimiento es una experiencia común a todo hombre y a toda mujer. Por lo tanto, estamos ante una realidad eminentemente universal. De ahí nuestro interés. Sólo unos pocos profesionales han asistido a nacimientos ajenos; sin embargo, todo ser humano (no importa su raza, nacionalidad, religión…) ha protagonizado su propio nacimiento.

¿ACASO EXISTE OTRA EXPERIENCIA TAN UNIVERSAL COMO NACER?

Sí, existe otra, hermanada con el nacimiento: la muerte. Por todos es conocido el adagio platónico de que “Filosofar es interesarse por la muerte”. Nada que objetar a esta sensibilidad filosófica, pero es inevitable preguntarse por qué esa preferencia filosófica europea por la muerte. Pues pocos (o quizás nadie con la profundidad que merece) han abordado la dimensión metafísica del nacimiento. En todo el mundo, existe un inacabable rosario de prejuicios culturales alrededor del parto: es una cuestión “de mujeres”, “sucia”, “problemática”, reservada tradicionalmente a las comadronas… y adoptada en los últimos siglos por la medicina moderna como una especialización médica más. De hecho, aún vemos como algo normal y no aberrante que en las ciudades modernas, las maternidades sean departamentos hospitalarios. Sólo alguien peligrosamente ignorante puede ver en una madre, una paciente-cliente de un servicio médico. Los recién nacidos no son enfermos, como los recién muertos tampoco lo son. Que las maternidades y los tanatorios sean anexos hospitalarios con salas y departamentos compartidos con enfermos y enfermeros de todo tipo, ya demuestra el desprecio que la modernidad siente por la dimensión sagrada del nacimiento y de la muerte. Y esa dimensión sagrada es la que aquí señalamos: nacer y morir son las dos experiencias centrales y capitales de la vida. Sin embargo, para la estructura administrada por el establishment sanitario, parece que “nacer” y “morir” se presentan tan sólo como dos “problemas médicos”.

Y mientras el nacimiento sea un “problema médico”, el obstetra no tendrá otro objetivo que solucionar dicho problema. ¿Cuál es ese problema? El suyo profesional:

Garantizar que la madre no muera, que el tontaina del padre asegure descendencia y que, en definitiva, el parto sea “normal” y nadie se querelle contra él. Con ese expediente cubierto, el médico puede darse por contento: el nacimiento es un problema resuelto. Sin embargo –repetimos- no es eso lo que nos interesa ni nuestra intención polemizar con la medicina y sus profesionales.
Pues en el nacimiento, la cuestión que no está de ninguna manera respondida es el problema metafísico. Todo nacimiento es una experiencia vital de primer orden, una ruptura de nivel existencial, una participación del ser humano en el misterio cosmológico… Y aun siendo todo esto (o precisamente por ello), pocos recuerdan esa experiencia, muy pocos se cuestionan la naturaleza de esa ruptura y nadie -eso es: nadie- ha resuelto las profundas implicaciones de ese momento crítico en la configuración de la vida personal. Porque nuestro nacimiento forma parte de lo inconsciente, y no nos referimos a “inconsciente” como lo haría una escuela moderna de psicología de influencia jungiana. No: el nacimiento se ve como algo inconsciente simplemente porque no se tiene idea de qué fue, nadie conoce su hondura existencial, nadie sabe por qué, cómo, cuándo se nace. Así es: el nacimiento forma parte de lo inconsciente porque pocos han tenido valor para tomar consciencia de él. Invitamos a ello….


 
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