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METAFÍSICA DEL NACIMIENTO
por Ibn Asad
A todos los lectores(as) y seguidores(as) de nuestro blog, un cordial, afectuoso y caluroso saludo. Los invitamos a leer el siguiente material y que les sirva de reflexión sobre un tema de tanta importancia. SOMOS PARTIDARIOS DE QUE LOS BEBÉS DEBERÍAN NACER EN SUS CASAS, ACOMPAÑADOS POR TODA LA FAMILIA Y BAJO LA TUTELA DE PROFESIONALES EXPERTOS, NO SOLO EN MEDICINA SINO EN HUMANÍSTICA....GRACIAS POR INTERÉS EN EL TEMA...
A propósito de
una enriquecedora conversación con el Dr. Godoy, faltaba dejar por escrito
algunas generalidades sobre la experiencia del nacimiento. Y aun siendo
generalidades, no dejarán de sorprender a más de un médico (Dr. Godoy incluido)
que, teniendo una formación académica vasta y siempre respetable por nosotros,
quizás jamás las hayan tomado en cuenta. Por lo tanto, nada más lejos de
nuestras intenciones que dar lecciones a maestros en una materia sobre la que
no tenemos competencia (a saber, la medicina). Al contrario: sólo se pretende
aportar apercepciones completamente desdeñadas desde un punto de vista
científico-moderno, que pueden enriquecer una experiencia clave en todo ser
humano: el nacimiento. Pues aunque la ciencia obstétrica es responsable de
mejoras encomiables y soluciones admirables, también existe una dimensión de la
experiencia natal que permanece velada a ojos de cualquier enfoque profano: la
metafísica. Reconocemos lo que es ampliamente conocido por aquellos que nos
conocen: esa es la dimensión que nos interesa (no otra). Y es que en el caso
del nacimiento, esta metafísica cobra un carácter único e irresistible. El
nacimiento es una experiencia común a todo hombre y a toda mujer. Por lo tanto,
estamos ante una realidad eminentemente universal. De ahí nuestro interés. Sólo
unos pocos profesionales han asistido a nacimientos ajenos; sin embargo, todo
ser humano (no importa su raza, nacionalidad, religión…) ha protagonizado su
propio nacimiento.
¿ACASO EXISTE OTRA EXPERIENCIA TAN UNIVERSAL COMO
NACER?
Sí, existe otra,
hermanada con el nacimiento: la muerte. Por todos es conocido el adagio
platónico de que “Filosofar es interesarse por la muerte”. Nada que objetar a
esta sensibilidad filosófica, pero es inevitable preguntarse por qué esa
preferencia filosófica europea por la muerte. Pues pocos (o quizás nadie con la
profundidad que merece) han abordado la dimensión metafísica del nacimiento. En
todo el mundo, existe un inacabable rosario de prejuicios culturales alrededor
del parto: es una cuestión “de mujeres”, “sucia”, “problemática”, reservada
tradicionalmente a las comadronas… y adoptada en los últimos siglos por la
medicina moderna como una especialización médica más. De hecho, aún vemos como
algo normal y no aberrante que en las ciudades modernas, las maternidades sean
departamentos hospitalarios. Sólo alguien peligrosamente ignorante puede ver en
una madre, una paciente-cliente de un servicio médico. Los recién nacidos no
son enfermos, como los recién muertos tampoco lo son. Que las maternidades y los
tanatorios sean anexos hospitalarios con salas y departamentos compartidos con
enfermos y enfermeros de todo tipo, ya demuestra el desprecio que la modernidad
siente por la dimensión sagrada del nacimiento y de la muerte. Y esa dimensión
sagrada es la que aquí señalamos: nacer y morir son las dos experiencias
centrales y capitales de la vida. Sin embargo, para la estructura administrada
por el establishment sanitario, parece que “nacer” y “morir” se presentan tan
sólo como dos “problemas médicos”.
Y mientras el
nacimiento sea un “problema médico”, el obstetra no tendrá otro objetivo que
solucionar dicho problema. ¿Cuál es ese problema? El suyo profesional:
Garantizar que
la madre no muera, que el tontaina del padre asegure descendencia y que, en
definitiva, el parto sea “normal” y nadie se querelle contra él. Con ese
expediente cubierto, el médico puede darse por contento: el nacimiento es un
problema resuelto. Sin embargo –repetimos- no es eso lo que nos interesa ni
nuestra intención polemizar con la medicina y sus profesionales.
Pues en el
nacimiento, la cuestión que no está de ninguna manera respondida es el problema
metafísico. Todo nacimiento es una experiencia vital de primer orden, una
ruptura de nivel existencial, una participación del ser humano en el misterio
cosmológico… Y aun siendo todo esto (o precisamente por ello), pocos recuerdan
esa experiencia, muy pocos se cuestionan la naturaleza de esa ruptura y nadie
-eso es: nadie- ha resuelto las profundas implicaciones de ese momento crítico
en la configuración de la vida personal. Porque nuestro nacimiento forma parte
de lo inconsciente, y no nos referimos a “inconsciente” como lo haría una
escuela moderna de psicología de influencia jungiana. No: el nacimiento se ve
como algo inconsciente simplemente porque no se tiene idea de qué fue, nadie
conoce su hondura existencial, nadie sabe por qué, cómo, cuándo se nace. Así
es: el nacimiento forma parte de lo inconsciente porque pocos han tenido valor
para tomar consciencia de él. Invitamos a ello….
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