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METAFÍSICA DEL NACIMIENTO
por Ibn Asad
Pues en el
nacimiento, la cuestión que no está de ninguna manera respondida es el problema
metafísico. Todo nacimiento es una experiencia vital de primer orden, una
ruptura de nivel existencial, una participación del ser humano en el misterio
cosmológico… Y aun siendo todo esto (o precisamente por ello), pocos recuerdan
esa experiencia, muy pocos se cuestionan la naturaleza de esa ruptura y nadie
-eso es: nadie- ha resuelto las profundas implicaciones de ese momento crítico
en la configuración de la vida personal. Porque nuestro nacimiento forma parte
de lo inconsciente, y no nos referimos a “inconsciente” como lo haría una
escuela moderna de psicología de influencia jungiana.
NO: EL NACIMIENTO SE VE COMO ALGO INCONSCIENTE
SIMPLEMENTE PORQUE NO SE TIENE IDEA DE QUÉ FUE, NADIE CONOCE SU HONDURA
EXISTENCIAL, NADIE SABE POR QUÉ, CÓMO, CUÁNDO SE NACE. ASÍ ES: EL NACIMIENTO FORMA
PARTE DE LO INCONSCIENTE PORQUE POCOS HAN TENIDO VALOR PARA TOMAR CONSCIENCIA
DE ÉL. INVITAMOS A ELLO.
Primer gran error generalizado con respecto al
nacimiento:
como somos inconscientes de nuestro nacimiento, se piensa que el nacimiento en
sí mismo es un acto inconsciente. Craso error: se piensa que un bebé recién
nacido es un ser en formación, sordo, ciego, tonto, inconsciente, que no siente
y que sólo sabe dormir y llorar. No es así. ¿Pues acaso existe ser más
consciente que un recién nacido? Tanto en la China taoísta de Lao-Tsé como en
la India tanto brahmánica como la búdica, y de alguna manera también en el
“niño Jesús” natalino del cristianismo, el recién nacido es el símbolo por
antonomasia del ser supraconsciente. Un niño de pocos minutos de vida no sólo
es consciente sino que es extraordinariamente consciente: su consciencia es una
tabula rasa que acaba de entrar en contacto con el mundo exterior, sus sentidos
están vírgenes y amplificados, su capacidad sensorial es de una intensidad que
roza lo intolerable.
¿Que si un
recién nacido siente? No sólo siente sino que lo hace de un modo ampliado,
potenciado, inaccesible para un hombre adulto. Pues a diferencia de lo que
parece, un niño no llora como un niño porque es sólo un niño. No; un niño llora
(y ríe) con esa incomprensible intensidad porque dispone de una consciencia y
una capacidad sensorial aplastantemente superiores en comparación a cualquier
adulto común, siempre mutilado por el paso de los años, los traumas y la
educación. El niño recién nacido siente por mil, llora por mil, es consciente
por mil, por eso grita, berrea, patalea con un vigor del que el adulto carece.
Sólo acercándonos a esa supra-consciencia prenatal y postnatal inmediata,
podemos barruntar la importancia de la experiencia del nacimiento en nuestra
vida personal: un breve y en apariencia insignificante lapso de tiempo en
nuestro reloj profano que configuran predisposiciones espirituales,
intelectuales, emocionales y físicas para la larga y sagrada vida de un ser
humano.
Parece lógico:
si se nace de manera inadecuada e infeliz, los hombres vivirán de forma
inadecuada e infeliz; si se nace de una manera consciente y feliz, los hombres
vivirán de una forma consciente y feliz. Ahora bien: si se nace de un modo
uniformado y estandarizado (tal y como se ha conseguido hacer hoy en día), los
hombres vivirán de un modo uniformado y estandarizado (tal y como se vive en la
sociedad global secularizada de la actualidad), sin que nadie sea consciente de
qué hicieron con nosotros en los primeros minutos de vida. Un poeta de la
tierra que hace unos cuatro años me acogió dijo:
“Amor de mi
vida, de aquí a la eternidad, nuestros destinos fueron trazados en la
maternidad.”
Eso lo dijo un
poeta. ¿Y qué dicen los recién nacidos del nacimiento y la maternidad? Pues
algo aún más expresivo y poético: gritos, llantos, quebrantos, gestos de
espanto y horror. Parece que eso de nacer no es muy agradable. Y por si fuera
poco nacer, nuestra ignorancia al respecto parece que no facilita ni endulza
las cosas: voces altas, luces cegadoras, metales, plásticos, tortazos en las
nalgas, sala masificada de cunas… Veamos qué es el nacimiento y qué hemos hecho
de él.
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