LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA XL

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LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA

Aleister Crowley y Evangeline Adams

CAPÍTULO VII

Los principios generales para juzgar una figura

HABIENDO ESTABLECIDO una figura de los cielos, lo primero que debe observar es el signo ascendente, y el estudiante debe dirigirse a la parte del libro en la que se describen sus efectos.,luego observe si el signo se complica de alguna manera por la presencia de planetas en él, y nuevamente debe volver a la parte correspondiente del libro, si es así. Luego debe mirar al regente de ese signo, fijarse en su posición en el zodíaco y también en qué casa se encuentra, y debería ver si este regente tiene algún aspecto complicado. En todos los casos, encontrará una pieza del libro en el que se describen estas condiciones. Luego debe repetir esta operación con cada signo por turno.

Habiendo pasado por todo este trabajo preliminar, estará bien encaminado para formarse un juicio. Sería prudente considerar todos estos como detalles, como una caja de ladrillos con la que construir una casa. Algunos factores le parecerán extremadamente importantes, otros menos. Cuanto más considere la figura, los puntos más destacados saldrán al foco de su imaginación, y al poner en funcionamiento su intuición y emplear sus facultades creativas para sacar adelante su capacidad judicial, obtendrá una imagen mental del horóscopo en su conjunto, que, aunque descansa firmemente sobre la base de los hechos de las posiciones planetarias, es algo más que la suma de esos hechos. Para hacer una analogía de la pintura misma, una obra maestra de Velásquez es, si la analizas, un conjunto de manchas de color, dispuestas de una manera peculiar, pero decir esto no es de ninguna manera describir el cuadro. UN ASTRÓLOGO QUE DICE QUE DEBIDO A QUE EXISTEN CIERTAS POSICIONES Y ASPECTOS, TAL Y CUAL RESULTADO  ES EL QUE SE DEBE SEGUIR, NO ES UN BUEN ASTRÓLOGO, SINO UN MAL ASTRÓLOGO.

Cuanto más se concentre en el material básico de sus cálculos, peor será su juicio. La infatigabilidad es un buen sirviente pero un mal amo.

El astrólogo experto se esmera infinitamente con su figura; se esfuerza por cumplir la absurda definición de genio de Carlyle, pero habiendo asimilado todo el horóscopo, lo olvida o sólo se refiere a él casualmente para confirmar la impresión general que produce en su mente. El juicio real se obtiene elevándose a la altura de la situación, habiendo absorbido todo lo que la figura tiene que enseñar. El astrólogo lo coloca en el alambique de su imaginación. La plena corriente de su genio sobrepasa la presa de sus datos y los barre. Lo que dice no es meramente razonable, es la razón informada e iluminada por su elevada inteligencia.