LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA LXVIII

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LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA

Aleister Crowley y Evangeline Adam

La visión de estas personas suele ser amplia e idealista. Siempre piensan en grandes unidades de tiempo y espacio. Hay una fuerte tendencia a la visión poética o romántica del universo. La vida es para ellos una especie de caballería andante. Se entienden a sí mismos como peregrinos o como guardianes de algún grial. Incluso un tipo comparativamente carnal como Byron se imagina a sí mismo como su propia manufactura. De hecho, existe una tendencia en el individuo, incluso cuando no es un profeta, a considerarse a sí mismo como tal. Puede ser que el nativo de Cáncer sea un poco propenso a pasar por alto los detalles prácticos de la vida. Su imaginación puede desconcertarlo, de modo que tome molinos de viento por gigantes. Además, esta cualidad a menudo provoca un engreimiento y egoísmo extremos. La exaltación habitual de uno mismo o de las funciones propias conduce con frecuencia al desprecio y la falta de consideración por los demás. Esta es una falta contra la cual el nativo debe estar constantemente en guardia, porque en realidad es la amenaza más terrible, incluso contra la visión misma que tanto aprecia.

AUNQUE CÁNCER REPRESENTA LA PARTE ARDIENTE DEL AGUA, INCLUSO SU FORMA MÁS ACTIVA. La forma que conserva la cualidad de reflejo, pero el agua en movimiento distorsiona y exagera estas imágenes. Podemos decir aquí que en el tipo pasivo de Cáncer esta reflexión se vuelve enormemente importante. Xáncer es preeminentemente el signo de la memoria, y sus nativos moran intensamente en el pasado, teniendo un profundo afecto por todo lo que representa descanso y serenidad, pero en el tipo activo esta cualidad se transmuta; las imágenes del pasado se magnifican e idealizan. En el Tarot, "La carroza" es la carta atribuida a Cáncer, y el Auriga es, en cierto sentido, el heraldo de lo divino, del dios-hombre o Mesías que viene al mundo para crear una nueva era.

Por lo tanto, el heraldo no tiene una concepción en la conciencia del mensaje que está por llegar, y obtiene sus ideas por referencia a la antigüedad. Así vemos a Blake volviendo al Antiguo Testamento en busca de inspiración, Blavatsky fundando su filosofía en los vedas y Huxley discutiendo sobre el Eohippus. La adoración del pasado tiende a falsear la imagen, y hay poco sentido de la verdadera proporción.

En consecuencia, encontramos al nativo de Cáncer dibujando las caricaturas absurdas de los períodos que pasa a afectar. Considere por un momento el siglo XVIII. Existe la idea de Versalles del pastor y la ninfa de Watteau. Existe la opresión de los pobres, la idea de muerte espiritual. El filósofo no aceptará uno sin el otro, pero las personas con Cáncer en ascenso no ven esto. Ignoran todo menos lo que se adapta a su propósito. Así, aunque dedicados a la historia, son los historiadores más indignos de confianza. El efecto de este temperamento romántico es hacer que el nativo de Cáncer sea bastante inspirador como maestro o guía. A la gente le gusta que las cosas se pinten “couleur de rose” (Color de Risa).1 No les gusta la gente que señala que los Caballeros de la Mesa Redonda no son más que una leyenda astrológica y que los caballeros que había en esa época dormían sobre paja sucia. Se ofenden aún más si se dice lo mismo de Jesús o de Buda, cada uno con sus doce discípulos, con alguna alusión al hecho de que los orientales no usan tenedores para comer.