LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA - CLII

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LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA

Aleister Crowley y Evangeline Adams

Pero gloriosa es esa plenitud. Ahora es Sofía, la Virgen Sabiduría del Padre. Es ella la que aparece en la penumbra del umbral y nos conduce al interior del Templo. Ella es nuestra pura aspiración a las cosas altas y santas, el triple cordón que nos une a esa unidad inmaculada más allá de todo. Ella es el velo sobre el santuario, la niebla de lágrimas ante los ojos del penitente. ¡Ella es dolor, y amor puro que quema el dolor! Ella es el agua lustral y la portadora mística del Santo Grial. Ella es quien nos vestirá con toda pureza y toda perfección; ella es la que nos dará de beber en la Casa del Padre.1

Mirad su esplendor, mirad no sólo con los ojos sino con el corazón; síguela en sueños con tal fuerza que el sueño se haga realidad. Pues la Luna es en el Cielo lo que el mar es en la Tierra, y lo que es eso, sólo lo saben quienes aman verdaderamente el mar.

PORQUE ASÍ GANAMOS MÁS LA VIDA CUANDO MÁS ABSOLUTAMENTE LA ENTREGAMOS; LA META DE NUESTRA EXISTENCIA NO ESTÁ EN LA TIERRA. LA VIDA NO ES MÁS QUE UNA PRUEBA; PASEMOS VARONILMENTE A TRAVÉS DE ÉL; PERO CUALESQUIERA QUE SEAN SUS RECOMPENSAS, NO ES EN LA TIERRA SINO EN EL CIELO DONDE LLEGAMOS A LA COMPRENSIÓN DE NOSOTROS MISMOS. ESE ES EL FIN DE LA BÚSQUEDA.

1 [En su novela Moonchild (Niño de la luna), escrita unos años después de "Liber 536", Crowley amplificó sus doctrinas sobre la Luna:

"[L]a Luna significa principalmente todas las cosas receptivas, porque la luz de la luna es sólo el reflejo de la luz del sol. Por lo tanto, 'lunar' es casi un sinónimo de 'femenino'. La mujer cambia, todo depende de la influencia del hombre, y ahora es fértil, ahora estéril, según su fase, pero cada día de su curso pasa por una determinada sección del zodíaco, y según la supuesta naturaleza de las estrellas más allá de ella fue su influencia en esa fase, o, como la llamaban, mansión. [...] Pero más allá de tal minuciosidad de detalles está el gran carácter de la Luna, que es triple. Porque ELLA ES ARTEMISA O DIANA, hermana del Sol, una Diosa Virgen resplandeciente; luego ISIS-INICIADORA, que trae al hombre toda luz y pureza, y es el vínculo de su alma animal con su yo eterno; y ELLA ES PERSÉFONE O PROSERPINA, un alma de doble naturaleza, viviendo mitad en la Tierra y mitad en el Hades, porque, habiendo comido la granada que le ofreció su señor, su madre no pudo traerla entera de regreso a la Tierra; y en tercer lugar, ELLA ES HÉCATE, una cosa enteramente del Infierno, estéril, horrible y maliciosa, la reina de la muerte y la brujería malvada.

Todas estas naturalezas se combinan en mujer Artemisa es inexpugnable, un ser fino y radiante; Hécate es la anciana, la mujer que ha superado toda esperanza de maternidad, su alma está oscurecida por la envidia y el odio hacia los mortales más felices; la mujer en la plenitud de la vida es la sublime Perséfone, por quien Deméter maldijo los campos para que no produjeran más trigo, hasta que Hades consintió en devolverla a la Tierra durante la mitad del año. Así que esta 'Luna' de los antiguos tiene un verdadero significado psicológico, tan sólido hoy como cuando el sacerdote de Mitra mató al toro; ella es el alma, no el Sol eterno e imperecedero del alma verdadera, sino el alma animal que es una proyección de ella, y está sujeta al cambio y al dolor, al juego de todas las fuerzas del universo, y cuya 'redención'  es la solución del problema cósmico. Porque la simiente de la mujer es la que herirá la cabeza de la serpiente; y esto lo hace simbólicamente toda mujer que gana la maternidad.

Otros pueden ser castos con Artemisa, sacerdotisas de un rito sagrado e inefable; pero con esta excepción, el fracaso en alcanzar la meta señalada los lleva al lado oscuro de la Luna, la casa fría y estéril de Hécate el maldito.

Se verá cuán amplio es el alcance de estas ideas, cuán sensible es la fórmula. de la mujer, que puede tocar tales extremos, saltando a menudo de uno a otro en un momento, de acuerdo con la naturaleza de la influencia que entonces actúa sobre ella".

-Crowley, Moonchild, Liber 81, cap. 14. Ver Obras citadas.]