jueves, 30 de octubre de 2025

LA LUNA DE HADES LIV

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CAPÍTULO 3

LA LUNA DEVORADORA por Judy Hall

LA APROBACIÓN O DESAPROBACIÓN DE LA MADRE SE VUELVE ABSORBENTE Y POTENCIALMENTE MORTAL. SU AMOR, O LA FALTA DEL MISMO, ES UN ARMA CAPAZ DE CREAR O DESTRUIR A VOLUNTAD. ESTE ES EL ARQUETIPO DE LA MADRE DEVORADORA QUE CONOCIMOS EN EL CAPÍTULO 2. EXPLORAREMOS SU EFECTO PRECISO EN SUS HIJOS A MEDIDA QUE PROFUNDICEMOS EN LA LUNA HADES. SIN EMBARGO, ES UNA IMAGEN CON LA QUE MUCHOS NIÑOS CON LA LUNA HADES PUEDEN IDENTIFICARSE. ALGUNOS NUNCA LOGRAN LIBERARSE, OTROS ATRAVIESAN UN INFIERNO PARA CONSEGUIRLO, PERO TODOS CONOCEN EL MIEDO FUNDAMENTAL A LA LUNA DEVORADORA.

No obstante, tengo muchos clientes que, al enterarse de que la Luna Hades puede indicar problemas con la madre, dicen: «OH, NO, YO TENÍA/TENGO UNA RELACIÓN MARAVILLOSA CON MI MADRE». En los casos en que la madre real estaba muy alejada del arquetipo, algunas personas han tenido la experiencia sanadora de una «buena maternidad» (generalmente en casos donde los aspectos eran favorables y la madre real no tenía la Luna Hades). Pero, tras explorar la relación más a fondo, y a veces después de años de terapia, otras personas se dan cuenta de repente de que la relación parecía maravillosa porque era tan estrecha que se volvía parasitaria, tan subjetiva que no permitía separación entre madre e hijo. Algunos no se atrevían a verla de otra manera que no fuera como «UNA PAREJA FELIZ SOSTENIENDO UN BEBÉ». Así es como habían sido programados para ver la experiencia, en lugar de la realidad misma. Tony, a quien conoceremos más adelante en este capítulo, me contó que había tenido una infancia maravillosa casi en la misma frase en que me dijo que su madre había sufrido una depresión posparto severa cuando nació su hermano menor y que su padre llevaba ocho años muriendo de cáncer.

Más tarde reconoció lo traumatizado que había estado, no solo durante ese período, sino también antes. De hecho, su «infancia feliz» abarcó solo los dos primeros años. Pero tardó hasta la mediana edad en admitirlo. Vista con mayor objetividad, como ocurre con tantos niños de la Luna de Hades, era simbiótica, claustrofóbica y sofocante. EN LA LUNA DE HADES NO EXISTE LA PRIVACIDAD. La madre debe estar involucrada en todo. Varias personas, hombres y mujeres, han dado el ejemplo de haber sido bañadas por sus madres mucho después de la pubertad. Los amigos son cuidadosamente seleccionados, las actividades aprobadas, o simplemente no se realizan. Es como Deméter y Perséfone antes del rapto. Al explorar más a fondo, se hace evidente la dinámica devoradora de esa “maravillosa relación”. Podemos comprender por qué la virginal Perséfone tuvo que ser llevada a las profundidades de su inconsciente para encontrar una identidad madura. Con una relación simbiótica como esta, el niño con la Luna en Hades aprende a ser precavido, a responder a las sutiles corrientes subterráneas en el hogar. Incluso cuando ese hogar aparentemente es amoroso y feliz, el cordón umbilical psíquico le transmite al niño cada momento de la infelicidad, la decepción, la frustración y el disgusto no expresados ​​por la madre. 

Este niño tiene una antena que capta las vibraciones ocultas de la ira materna y la internaliza como “mi culpa” en lugar de “su problema”. Este es el niño herido, con una piel extremadamente fina y una sensibilidad aguda al dolor, sobre todo al dolor emocional, transmitido por otros pero recibido como propio. Este es el niño que, al ser interrogado, dirá: «SÍ, TUVE UNA INFANCIA FELIZ», porque cualquier otra respuesta desataría la ira de la arquera. Pero también es el niño que puede haber quedado tan traumatizado que la verdad se oculta bajo capas de mentiras y evasivas. Depende tanto de mantener contenta a su madre que es imposible reconocer su peligro. Al fin y al cabo, sin madre no habría nada: «¿ACASO NO ME LO HA DICHO UN MILLÓN DE VECES?». No podemos afrontar su furia implacable. En lo más profundo de la psique adulta, ese miedo a ser devorado o abandonado permanece, pero no puede reconocerse hasta que algo cambie la dinámica.

EL ÚTERO INSEGURO

Este “peligro materno” bien podría comenzar antes del nacimiento. Desde hace tiempo se sabe que el feto en desarrollo manipula la fisiología de la madre para sus propios fines. Es el feto quien, por ejemplo, controla la cantidad de azúcar en la sangre de la madre, su presión arterial, etc., no la madre. Una futura madre de Luna en Hades era tan consciente de este proceso que llamaba al bebé “El Vampiro”.

EL FETO LIBERA HORMONAS DURANTE TODO EL EMBARAZO.

         Estas hormonas también desencadenan el proceso del parto. Sin embargo, más allá de las posibilidades kármicas que se explorarán más adelante, nuevas teorías sobre la concepción y la gestación indican que, lejos de ser una experiencia dichosa de unión armoniosa, la vida en el útero es una continua lucha por la supervivencia. EL DR. DAVID HAIG la describe como «UNA LUCHA POR EL CONTROL ENTRE LA MADRE Y EL FETO». Para obtener alimento de la sangre materna, el feto, a través de la placenta parasitaria, destruye las paredes de los vasos sanguíneos del útero. El cuerpo de la madre intenta entonces detener la invasión excesiva de la placenta mediante células asesinas que protegen contra la sobre-invasión de las células extrañas. El DR. CHARLES LOKE⁷ afirma: «ES CASI COMO UN CÁNCER QUE DEVORA EL ÚTERO DE LA MADRE». MÁS DEL 50 POR CIENTO DE LOS EMBARAZOS TERMINAN EN ABORTO ESPONTÁNEO, A MENUDO PORQUE EL CUERPO DE LA MADRE RECHAZA AL EMBRIÓN EN UNA ETAPA MUY TEMPRANA. La naturaleza parece tener su propia manera de limitar la población. Un embarazo normal depende de que se mantenga un equilibrio viable. Cuando la madre y el bebé no logran coordinar sus estrategias, comienzan los problemas. Una invasión excesiva puede provocar la ruptura del útero y la muerte de la madre. Un rechazo excesivo por parte de la madre reduce el flujo sanguíneo al feto, que también fallece.

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