lunes, 31 de agosto de 2015

LA ASTROLOGIA II

LA ASTROLOGIA
 
 “Un sistema de representación de la realidad” Por  Thorwald Dethlefsen
 
 Este material no es para reproducirlo o fijar en otros blogs o websites, o en documentos PDFS, como ha sucedido con otros artículos nuestros sin autorización previa de parte de La Escuela Internacional de Astrología.
 
Sabemos entonces que en los tiempos antiguos los 7 principios primordiales se llamaron Sol, Luna, Mercurio, Marte, Venus, Júpi­ter y Saturno. A estos 7 principios primordiales se les asignaba en cada caso un cuerpo celeste, que recibía el mismo nombre; además se personificaron y se señalaron como dioses. Por eso tenemos que completar nuestra matriz como sigue:
 

Principio Primordial
(X) - Saturno
(Y) - Marte
Ideas
 
 
Definición del Principio
Estructura, obstáculo, tiempo
Energía, impulso
Cielo
Saturno
Marte

Los astros como representantes
 
El sistema que enseña los 7 principios primordiales y sus efec­tos sobre los distintos niveles de la realidad, se llama Astrología, que cuando habla de Saturno, lo que en realidad quiere significar es el principio primordial Saturno. En la tarea puramente práctica, la astrología usa para la observación a su representante, el cuerpo celeste Saturno. La astrología es y será la doctrina de los principios primordiales, no de las estrellas. Los planetas son un nivel practica­ble, pero reemplazable. El que sabe realmente astrología, con el tiempo casi no necesita más ese nivel, porque ha aprendido a cono­cer los principios en todos los niveles.
 
Con esto se deberían poder aclarar casi todas las malas interpretaciones y errores sobre la astrología. Los adversarios de la as­trología niegan generalmente la posibilidad de una influencia con­creta de los astros sobre el hombre. Se ha aclarado ahora que este reproche no es válido para la astrología, pues ella misma no presu­me ninguna influencia de los astros sobre el hombre.
 
Pero la confusión se produce porque todavía hay astrólogos que creen ellos mismos en una influencia de este tipo. Algunos de ellos hasta se consideran especialmente progresistas y científicos y se re­fieren a resultados de investigación que constatan correlaciones en­tre los cambios de posición de los astros, erupciones de las manchas solares y los campos electromagnéticos de una célula viviente. Nadie duda de esta correlación, pero la misma no dice nada sobre un efecto de los factores cósmicos sobre las células en la tierra. Esto confirma solamente el fenómeno arriba descrito del comportamiento análogo en los distintos niveles. Uno puede correlacionar todo, pero esto no significa en absoluto demostrar efectos causales.
 
No hay que dejarse forzar a creer, a raíz de semejantes resulta­dos de investigación, que la astrología examina los efectos de los cuerpos celestes sobre nuestra vida. Todos los astrólogos sobre la fundación de un estado, la concertación de contratos, la coloca­ción de piedras fundamentales, etc. ¿Qué tiene que ver con todo esto la cháchara sabihonda de la influencia electromagnética sobre nuestras células? En la mayoría de los horóscopos todo astrólogo calcula con posiciones de los astros que en el momento de su inter­pretación ni siquiera se encuentran en el firmamento (tránsitos, di­recciones, revoluciones solares, etc.). Resumiendo:
  1. La astrología se ocupa de los principios primordiales arque­típicos, que representan en el nivel de las ideas, las piedras originales de construcción con las que se ha compuesto la realidad en todas sus formas fenoménicas.
  2. Estos principios primordiales atraviesan verticalmente to­dos los niveles de las formas fenoménicas. Así es como sur­gen cadenas de analogías, cuyos eslabones individuales, si bien pertenecen a distintos niveles, también representan todos un principio común.
  3. La observación de un nivél cualquiera se puede transportar con ayuda de la analogía a cualquier otro nivel. El nivel de referencia de la astrología es el cielo.
  4. Los principios primordiales de la astrología se llaman Sol, Luna, Mercurio, Marte, Venus, Júpiter y Saturno. Los cuerpos celestes del mismo nombre no son más que los representantes de estos principios. En los tiempos modernos se trabaja con tres principios adicionales, a saber Neptuno, Urano y Plutón.
  5. No hay relaciones causales efectivas entre los astros y los distintos niveles de la realidad.
  6. La astrología resulta ser entonces un instrumento para me­dir la realidad, que indica algo con la precisión que se de­see, pero sin producirlo. También un termómetro mide la temperatura, sin producir temperatura.
  7. La astrología piensa fundamentalmente de manera vertical, según el axioma esotérico: así como es arriba, así es abajo. Este pensamiento vertical es típico para todos los sistemas esotéricos. También es la razón principal por la cual esta manera de pensar les parece tan sin sentido a los que les es ajena. Fuera del esoterismo, se conocen solamente sistemas de pensamiento horizontal. Pero solamente con las cadenas de analogías verticales se pueden comprender de pronto muchas interrelaciones, que de otra manera se­rían incomprensibles.
Algunos ejemplos al respecto:
 
Una diversión de los arquitectos de interiores es decorar am­bientes totalmente en negro, combinado con cromados. Basta ho­jear algunas revistas de decoración y mirar algunas de estas pro­puestas. También se constatará que en todos estos ambientes, 'sin excepción, se ha elegido una planta de yuca. La razón de esto está en el seguro instinto estilístico de los arquitectos de interiores. Empero, de manera inconsciente siguen la cadena simbólica del principio saturnino. Un ambiente negro representa el principio de Saturno, para el que solamente se siente como adecuada una plan­ta que también representa este principio.
 
Para quien está ajeno a estas cosas, las mismas se pueden acla­rar más, por ejemplo: con ciertas costumbres idiomáticas. Así se emplea en alemán, en el idioma vulgar diario, en lugar de la palabra "Glueck" (suerte) la palabra "Schwein" (cerdo), alguien tuvo "cerdo". Sin la comprensión de la cadena vertical de analogías sería difícil comprender esta manera de expresarse. Pero para el que tiene formación astrológica la relación es clara. El cerdo representa en el nivel del reino animal el principio de Júpiter, que general­mente también se denomina "la gran suerte" porque es el principio de la plenitud y de la expansión. Se reemplaza el concepto de la suerte con otro concepto de la misma cadena vertical.
 
Algo así sucede con el modismo "tiene pájaros en la cabeza". El pájaro proviene de la cadena simbólica del principio de Urano, que representa toda interrupción de la continuidad y también todo lo que "se sale de lo común", "salirse de la norma"; "estar loco".
 
Como último ejemplo simple quiero citar la superstición de tocar madera tres veces, para asegurarse la suerte. La madera como material está también bajo el principio de Júpiter. Así, al tocar ma­dera tres veces, uno trata de ponerse en relación con el principio de la suerte a través de este representante material.
 
Estas simples indicaciones bastarán por el momento para seña­lar la justificación y lá utilidad de un sistema de pensamiento verti­cal. Más adelante, en conexión con la terapia astrológica, tratare­mos más de cerca el uso práctico de una matriz de este tipo.
 
La calidad del tiempo
 
Para entender mejor todavía la astrología como instrumento de medida tenemos que observar otro concepto menos familiar. Si se habla del tiempo, generalmente se entiende como una medida cuantitativa. Uno pregunta: ¿cuánto duró?, ¿hace cuánto tiempo?, ¿cuánto tiempo ha pasado? Se considera exclusivamente la cantidad del tiempo, pero según la ley de polaridad tiene que haber además del aspecto cuantitativo del tiempo (en griego: chronos) un polo opuesto, que llamaremos el aspecto cualitativo (griego: kairós).

 
El tiempo posee no solamente cantidad, sino también calidad. Pero actualmente ya casi nadie puede imaginarse algo respecto de la calidad del tiempo. Antiguamente era exactamente al revés. En­tonces se consideraba primordialmente la calidad del tiempo, y más bien se daba menos importancia a la cantidad. La calidad del tiempo no tiene nada que ver con la duración, sino que dice cada momento o período de tiempo (esto puede ser una hora, un segundo o una década), tiene una cierta calidad, que sólo deja manifes­tarse aquellos hechos que sean adecuados a esta calidad.
 
Dicho de otro modo: en un moniento dado pueden manifestar­se solamente aquellos hechos cuyos contenidos cualitativos sean adecuados a la calidad -del tiempo que reina en ese momento. Por tanto, el tiempo tiene que darle una abertura a una latencia, para que ésta pueda entrar en la realidad y manifestarse. Un avión no puede precipitarse a tierra en "cualquier momento", sino solamen­te cuando la calidad reinante del tiempo lo permite. Como tam­bién el tiempo sólo es un nivel de la realidad, así las calidades del tiempo no son otra cosa que correspondencias de nuestros princi­pios primordiales. Así, en cierto momento "reina" un cierto prin­cipio o mejor dicho, una cierta mezcla de principios.
 
Antiguamente se conocía además otra ley, actualmente olvida­da: "cada comienzo lleva en sí su fin." Esta ley dice que en el momento en que una cosa comienza, ya están fijados todo su transcurso y su fin. Nosotros tenemos la idea de que es posible interferir en algo que sucede e influenciarlo. Pero cada comíenzo ya contiene su fín, así como cada grano de semilla contiene toda la planta y además la semilla nueva. Siempre todo está en todo. En la semilla está el fruto, en el fruto la semilla.
 
Por todo ello, en los tiempos antiguos se le daba mucha impor­tancia a emprender ciertas acciones en la "hora justa". Porque cada empresa se desarrolla según la calidad de tiempo reinante en su comienzo. Por tanto, si uno quiere asegurar para una cierta em­presa un desarrollo cierto y un fin favorable, lo primero que hay que hacer es buscar antes, para el comienzo, una calidad de tiempo correspondiente. En tiempos antiguos era misión de los sacerdotes determinar la calidad del tiempo. Al hacerles una pregunta, los sa­cerdotes miraban "la hora" para averiguar la calidad del tiempò. De allí nace la palabra "horóscopo" porque "horoscopear" quiere decir "mirar la hora" (en griego: skopein = mirar). Por consiguien­te un horóscopo no es otra cosa que una instantánea del cielo en un momento determinado.
 
Un horóscopo de este tipo se hacía en otros tiempos para acontecimientos y empresas importantes, como el comienzo de una guerra, la concertación de convenios, etc. El así llamado ho­róscopo natal, la preparación de un horóscopo para el minuto de nacimiento de una persona, es un desarrollo relativamente nuevo y no constítuye de nínguna manera la parte más interesante de la as­trología.
 
Recordemos además que la mirada hacia el cielo no era de nin­guna manera el único método empleado por los sacerdotes para de­terminar la calidad del tiempo. Sabemos que también observaban las entrañas y el vuelo de los pájaros y que se interpretaba el compor­tamiento de las gallinas santas al comer. En estos ejemplos que co­nocemos de la antigua Roma, en vez del cielo se tomaba el nivel animal como punto de partida para la observación, con el fin de conocer los principios reinantes en un momento determinado.
 
En la historia de los sistemas mánticos se han empleado ya mu­chos niveles como sistemas de referencia, que obedecen todos a la misma ley de la conclusión por analogía vertical. Por ello, 1a inter­pretacíón de las cartas del Tarot para usos adivinatorios no es menos "científíca" o más "supersticiosa" que hacer un horóscopo. En base al hecho de que para hacer un horóscopo es necesario refe­rirse a tablas matemáticas, algunos astrólogos tratan de derivar la condición "científica" de la astrología, y se distancian de todas las prácticas "poco serias" como el Tarot, el I Ching y cosas parecidas. Dicho comportamiento es una tontería. Todos los sistemas mánti­cos y adivinatorios trabajan según el mismo principio. Pero los ni­veles de referencia son intercambiables a gusto.
 
Lo único que decide si una práctica es seria o no es la capaci­dad de quien la ejerce para transferir los resultados de su nivel de observación a otro nivel, mediante la analogía. Esta transferencia, que en la astrología se Ilama "interpretación" es la gran dificultad en todos los sistemas. Por eso probablemente siempre habrá más gente poco seria que seria, no interesa si se trata de echar las cartas o de la astrologîa.
 
Volvamos a la astrología. El horóscopo es entonces la represen­tación gráfica de la situación del cielo en un momento determina­do, con referencia a un cierto lugar. Cada horóscopo es por consi­guiente una ecuación de espacio y tiempo. Un horóscopo siempre se refiere al lugar donde se manifiesta el acontecimiento motivo del horóscopo y observa el fírmamento desde esa perspeçtiva.
 
Aquí también quiero contestar al reproche muy común, de que la astrología trabaja todavía con una imagen geocéntrica del mundo. Esto es correcto porque para el hombre no puede haber nunca otra imagen que no sea la geocéntrica. Para el hombre en su vivencia hasta sería falsa una imagen del mundo heliocéntrica, por­que independientemente de los cálculos de la astronomía, el hom­bre experimenta día a día, por ejemplo, que el Sol sale a la mañana y se pone a la noche. Esta vivencia es mucho más real para la psi­que del hombre que el saber funcional de que la Tierra gira alrede­dor del Sol. El hombre no puede vivenciar esto psíquicamente y por eso no tiene relevancia para él.
 
Entonces la imagen heliocéntrica del mundo es correcta para los científicos y los astronautas. Pero el hombre en general y el astrólogo en especial no se imaginan sin embargo otro punto de refe­rencia que no sea la Tierra. Porque es aquí donde se desarrolla la vida humana. Bonn es la capital de la República Federal de Alema­nia. Esto es correcto, pero no sería ninguna razón para que yo hiciera imprimir como habitante de la ciudad de Munich, tarjetas con una dirección en Bonn. El hombre no puede experimentarse en otro centro que no sea él mismo, refiriendo el mundo a sí mis­mo. Cuando no hace esto, pierde su "ubicación" y las raíces de su alma. Aquí se halla la justificación más profunda de por qué la iglesia se resistió tanto tiempo a aceptar la imagen heliocéntrica del mundo.
 
El horóscopo como instrumento de medición
 

 
William Lilly,  Master Astrologer
 
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