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Saturno como el Maestro
y Recompensador
Desde el
principio, nuestro Creador ha conocido la naturaleza rebelde de sus hijos de la
Tierra mucho mejor de lo que posiblemente cualquiera de nosotros podría
hacer. Es por ello que, en su gran amor
y sabiduría, decretó mucho antes de que comenzara la vida en el plano de la
Tierra que de cada alma ganara experiencia y comprendiera la verdadera
naturaleza de Saturno una vez que esté de vuelta a casa, el planeta del Karma, siempre
está de guardia. Este planeta siempre ha
desempeñado un papel vital en el desarrollo espiritual de nuestra raza, pero
desde hace mucho tiempo nuestro objetivo es llegar a ser conscientes de la verdadera función del
planeta en nuestras vidas. A lo largo de
la totalidad de nuestra evolución hasta el momento, cada alma siempre ha estado
sujeta a la regla de hierro de Saturno.
Durante los siglos pasados este planeta había adquirido la mala
reputación por ser el gran malhechor de la humanidad. Pero, en el amanecer de la Era de Acuario,
por fin se está revelando su cara oculta como uno de los benefactores más
importantes de la humanidad.
Acuario es co-gobernado por Saturno y Urano, y
es significativo que se nombra primero a Saturno, el planeta de Karma. Los atributos de ambos regentes de este signo
son de más importancia para nosotros ahora de lo que nunca había sido, en
particular los de Saturno. Ellos son la
puerta de entrada a través de la cual cada uno de nosotros debe pasar antes de
que podamos ser liberados para llegar a la libre determinación y la
independencia espiritual que son la promesa de la Era de Acuario.
Para ver cómo estamos llevando esto a cabo, los
Ángeles y los señores del Karma están en todo momento con nosotros y observan
de cerca a nuestro mundo. Es por eso que
la Biblia nos dice: "Dios ha encargado a los ángeles para que estén cerca de nosotros,
para que al caer no tropecemos con nuestros pies en las piedras. Nunca nos
dejan; invisible y por un tiempo muy
largo no tenemos siquiera una palabra de
un reconocimiento de agradecimiento de lo que ellos hacen por nosotros con su
amor total e incondicional, sin esperar nada a cambio. En las buenas y en las malas están ahí,
siempre dispuestos a ayudarnos. Cuando
uno de nosotros se queda a la vera del camino, lo que nos pasa con frecuencia, nuestra
alma nos proporcionan fuerza renovada, el coraje y la esperanza de empezar de
nuevo, con nuevas premisa y equipados con el entendimiento que nos han traído.
Es el derecho de nacimiento de cada alma ganar un
pleno acceso a sus atributos divinos y poderes lo cual nos permite su uso sin
restricciones. En primer lugar tenemos
que ser conscientes de ellos en el plano de la Tierra. Entonces tenemos que tomar posesión de ellos
y aprender cómo usarlos, hasta que podamos demostrar a los que miran
silenciosos que somos capaces de hacerlo, ya no con fines egoístas y
auto-glorificación, sino para el mayor bien de la totalidad de nuestro
mundo. Con este fin cada alma, sin
excepción, debe caminar sola a través de la puerta de Saturno. Se compone de pruebas cada vez más graves y
ensayos para evaluar el grado de madurez espiritual que hemos llegado en un
momento dado.
Saturno es un simbolismo para el aspecto severo
de Dios como profesor; su objetivo final
es llevarnos de nuevo a la toma de conciencia de nuestra verdadera naturaleza
como alma y espíritu en su camino de regreso a casa como unidad consciente con
nuestro Ser Superior o Ser Divino.
Saturno es el viejo Padre que nos enseña a través del tiempo, en el
curso de un gran número de vidas. Desde
el principio ha estado tratando de enseñar a cada alma humana las cualidades de
autodominio y la autodisciplina; que son
el único pasaporte que libera a todas las almas humanas que han estado buscando
desde el momento de su creación.
Para encontrarlo, cada alma debe someterse a
sus propias pruebas y ensayos en el plano de la Tierra. Este tipo de experiencias son necesarias para
ponernos de nuevo en contacto con nuestro espíritu y alma ya que nos enseña
cómo enfocarnos una vez más en nuestra
verdadera realidad y en nuestra verdadera naturaleza. En resumen, nos espiritualiza y nos ayuda a
crecer en mejores personas. El Universo nos
está empujando a nuestros límites para averiguar lo lejos que hemos llegado con
el desarrollo de nuestro carácter y qué grado de madurez espiritual hemos
alcanzado. La última meta evolutiva de
la humanidad es lograr la perfección que está en nuestro creador. En este sentido la perfección significa la
plenitud y la plena integración de todas las cualidades y aspectos de nuestros
verdaderos padres, Padre / Madre Dios, que cada uno de nosotros contiene en
forma de semilla.
William Lilly, Master Astrologer