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ASTROLOGÍA Y DESTINO BY LIZ GREENE
PARTE DOS
DAIMON
MITO, MITO, INVENCIÓN; CREENCIA COMÚN QUE ES FALSA O INFUNDADA.
Diccionario CHAMBERS del siglo XX.
Había una vez un rey de Tebas llamado Layo. Este LAYOHAD, en su juventud, ofendió mortalmente a un amigo y anfitrión llamado Pélope. Durante su estancia en el palacio de su amigo, secuestró a su hijo, CRISIPO, y lo obligó a agredirlo sexualmente. Avergonzado, CRISIPO se suicidó; y Pélope, indignado, maldijo a Layo, rey de Tebas, para que nunca engendrara un hijo, o, si lo hacía, sería asesinado por él. Con el tiempo, Layo eligió como esposa a IOKASTE, una princesa de la casa de EQUIÓN. Tres veces el oráculo de Delfos le advirtió que debía morir sin descendencia si quería evitar la catástrofe para sí mismo y para Tebas.
Rey de los gloriosos carros de Tebas, no desafíes a los dioses; no engendres hijos. Si toda tu descendencia ve la luz, tu hijo te quitará la vida y toda tu casa se ahogará en sangre de tu parentesco. Pero Layo no quiso escuchar la advertencia y, una noche, ebrio, consumó su matrimonio por la fuerza. El fruto de la unión, un hijo varón, fue enviado por el padre culpable para ser expuesto en una ladera; así, la maldición de Pélope se sumó a la ira de Hera, protectora de los niños, y Apolo, protector de los jóvenes, de quienes provenía el amenazador oráculo.
El niño fue expuesto en invierno, clavado a la tierra con una estaca de hierro atravesándole los pies. Por esto, más tarde se le llamó Edipo, que significa «pie hinchado». Un pastor tebano se apiadó del niño y le perdonó la vida, entregándoselo a otro pastor de la vecina Corinto; este, a su vez, entregó al bebé Edipo al rey y la reina de Corinto, que aún no tenían hijos, para que lo criaran como propio.
El niño creció hasta alcanzar una edad adulta robusta, con un cuerpo fuerte, cabello rojo intenso y un temperamento imperioso. Se creía el verdadero hijo del rey PÓLIBO y la reina PERIBEA de Corinto. Pero una noche, en un banquete, un invitado ebrio lo insultó, reprochándole su falta de parecido con sus padres y acusándolo de ser un niño adoptivo. Edipo partió en secreto a preguntar en el oráculo de Delfos sobre su parentesco; pero el dios no respondió, amenazándolo con la terrible condena de convertirse en el esposo de su madre y el asesino de su padre. No se atrevió a regresar a Corinto, sino que tomó otra ruta, viajando hacia el norte. Layo, rey de Tebas, se encontraba entretanto sumido en la desesperación, pues la ira de Hera contra el rey la había llevado a enviar contra Tebas un monstruo de Etiopía, llamado la Esfinge. Esta criatura era fácilmente reconocible por su cabeza de mujer, cuerpo de león, cola de serpiente y alas de águila. El sabio profeta Tiresias advirtió a Layo que ofreciera un sacrificio en el altar de Hera para implorar perdón. Pero el rey hizo caso omiso del vidente y partió a consultar de nuevo el oráculo de Delfos, tomando la ruta hacia el sur.
El camino del hijo se cruzó con el del padre en un estrecho paso donde era imposible abrirse paso. «¡Viajero, cede el paso al rey!», gritó el heraldo de Layo al forastero. La ira de Edipo estalló; se negó a apartarse del camino del rey. Uno de los caballos de Layo le pisó el pie, y el anciano rey lo golpeó en la cabeza con la aguijada bifurcada que usaba para guiar a su yunta. Furioso, sin saber a quién atacaba, Edipo mató a su padre con su bastón, y también al heraldo. Luego, consumido por una furia asesina, mordió el cadáver de su víctima y escupió la sangre.
Con el tiempo, Edipo llegó a Tebas. Tras descubrirse la muerte de Layo, Creonte, hermano de la reina, gobernó allí. La Esfinge seguía aterrorizando la ciudad. Se había establecido en el monte FICIUM, cerca de las puertas, y preguntaba a cada caminante tebano un acertijo que le habían enseñado las Tres Musas:
Sobre dos pies, y sobre cuatro, pisa la tierra, sí, y sobre tres, una criatura de un solo nombre. Sola, cambia la forma de todo lo que camina sobre la tierra, vuela por el aire o nada en el mar. Pero cuando camina apoyada en cuatro patas, entonces la velocidad es la más débil en sus extremidades. Cuando el desafortunado caminante no pudo resolver el enigma, la Esfinge lo estranguló y arrojó su cadáver desde el monte FICIUM. Entre los muertos estaba el propio hijo de Creonte. Entonces Creonte proclamó que Yocasta y el reino serían suyos si vencía a la Esfinge.
Cuando la Esfinge confrontó a Edipo con el enigma, este respondió: Del hombre lo dices. Cuando camina, primero se arrastra con cuatro patas, un bebé recién nacido; en la edad, un bastón, el tercer pie, debe sostenerlo, todo de cuello pesado, con curvas de anciano desamparado. Al oír esto, la Esfinge se arrojó desde la cima de la montaña, y Edipo se casó con Yocasta y se convirtió en rey de Tebas.
Así, Edipo se convirtió en un sabio, y también en el más insensato de todos los reyes del mundo. Recibió como premio de su victoria a su propia madre, y engendró con ella cuatro hijos. Pero después de un tiempo, una grave plaga azotó Tebas, y se hizo evidente que algún dios estaba enojado. Al consultar el oráculo de Delfos, Apolo respondió: «Expulsa al asesino de Layo». Edipo, cegado por la ceguera, pronunció una maldición sobre el asesino de Layo y lo condenó al exilio. El vidente Tiresias advirtió al rey que la maldición que buscaba en Tebas era él mismo. A su debido tiempo, se encontraron los pastores, quienes revelaron su historia. Cuando Edipo comprendió por fin que el oráculo había predicho con acierto su destino, y que se había convertido en el esposo de su madre, el asesino de su padre y el hermano de sus hijos, se cegó con un alfiler de oro. Yocasta, a su vez, se ahorcó de inmediato al descubrirse su vergüenza.
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