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DESTINO: UNA TRAGICOMEDIA ASTRAL. International Society of Classical Astrologers
Hay un episodio biográfico interesante, cuya rareza puede tentar a algunos a desafiar su autenticidad, protagonizado por un famoso astrólogo y matemático alemán del siglo XVI. Lo mencionamos para ilustrar la veracidad del astrólogo clásico de manera tragicómica y, de paso, para inducir a una reflexión sobre los límites de la libertad personal antes de la predestinación. Me refiero a la curiosa historia de Valentin Naibod (1523-1593), un conocido erudito que nadie podía tomar a la ligera. Es reconocido por sus estudios sobre el desplazamiento medio anual del Sol, el establecimiento de la clave Naibod para el cálculo de direcciones primarias, y por la publicación de la “Enarratio Elementorum Astrologiae” (Los elementos que hablan sobre la Astrología), además de ser famoso por la excentricidad de sus costumbres.
Junto a sus notables contribuciones a la astronomía y la astrología, Naibod fue protagonista de una anécdota macabra que sirve para ejemplificar la inexorable fuerza del Anareta (destructor). Habiendo pasado recientemente por su septuagésima revolución solar, y después de calcular en su propio nacimiento las direcciones que había tratado de perfeccionar con sus trabajos de astronomía esférica, Naibod determinó que estaba a punto de entrar en un período astrológico de gran peligro para su vida con motivo de una dirección de Saturno. Entonces decidió acumular una gran cantidad de agua y comida para proceder a encerrarse en su casa durante todo el período que amenazaba su vida. Aseguró la puerta con las llaves, bloqueó todas las ventanas y cerró las cortinas para que ni siquiera entrara la luz. Se acostó en la cama y allí esperó el final del ciclo. Pero algunos delincuentes que pasaban creían que la casa se quedaba sin vecinos cuando la vieron completamente cerrada, por lo que quisieron entrar a saquear.
Después de romper la puerta, entraron rápidamente para evitar ser vistos, pero su sorpresa fue grande cuando se encontraron con el astrólogo, quien reaccionó con shock. No tardaron en matarlo a puñaladas para poder robar tranquilamente y evitar ser denunciados. El pronóstico mortal que nuestro amigo había intentado evitar se cumplió, porque la diosa Fortuna no suele hacer concesiones con nadie. En la filosofía estoica del gran Séneca leemos: «Ducunt volentem fata, nolentem trahunt», el destino lleva a quien lo acepta, arrastra a quien se resiste. ¿Hubiera sido posible enfrentar mejor la dirección principal de Saturno y eludir la muerte? Es evidente que morir es inevitable, la cuestión aquí es más bien posponerlo para prolongar la vida. En el centiloquio apócrifo árabe (Kitab al-Tamara) atribuido a Claudio Tolomeo, podemos encontrar frases sugerentes como esta:
“EL QUE SABE PUEDE EVITAR NUMEROSOS EVENTOS DE LAS ESTRELLAS, PORQUE HABIENDO CONOCIDO SU NATURALEZA PODRÁ PREPARARSE ANTES DE QUE ELLOS LLEGUEN”
Este breve exhorto puede parecer una invitación a evadir la predestinación astrológica. Sin duda es un enigma fascinante de resolver si intentamos dilucidar claramente qué concepto de determinismo manejaban los antiguos astrólogos. A veces parecen pensar que es posible tomar algunas decisiones a tiempo para evitar algunos males predichos por el estudio de los cielos. Pero en otras ocasiones, como en la bizarra historia de Naibod, esta posibilidad adquiere fronteras que terminan en la comedia negra. Estoy seguro de que nadie tiene la respuesta definitiva a esta pregunta, que de vez en cuando resucita entre quienes trabajamos activamente con clientes en el campo predictivo. Pero quizás, más que la respuesta, es la pregunta en sí misma lo que hace que nuestro arte sea tan enigmático como desconcertante.
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