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LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA
Aleister Crowley y Evangeline AdamsURANO EN LAS CASAS
Al tratar con Urano en general y en su posición en los signos ha sido necesario enfatizar su efecto interior; su influencia sobre el Carácter, su posición en las casas del cielo, aunque todavía hasta cierto punto importante a este respecto, lo es menos que su efecto externo.
Habiendo definido a Urano como la Voluntad Mágica interior, subconsciente, del nativo, en la medida en la que se refiere a sí mismo, se sigue que este planeta, aplicado al No-ego, representará su Voluntad. En consecuencia, Urano puede llamarse el planeta del Destino. Por consiguiente, es muy superficial clasificarlo crudamente como afortunado o desafortunado. En un momento dado, el nativo puede estar en completa armonía con su entorno y, naturalmente, se describirá a sí mismo como "afortunado". En otro momento, estará completamente fuera del unísono y, en consecuencia, se quejará de la desgracia. Cualquiera de los dos puntos de vista es, por supuesto, prejuicioso e indigno de un filósofo.
Sin embargo, no hay duda de que Urano, más que cualquier otro planeta, produce las vicisitudes más extraordinarias. A veces puede ocasionar la muerte, pero no con frecuencia. Su fuerza es demasiado vital, y también podría decirse espectacular, para provocar algo tan banal como la mera caída del telón. Cuando trae la muerte, por lo general es de tipo catastrófico y trágico, pero para iniciar eventos críticos en la carrera y para determinar el tono total de la misma, no tiene igual. La influencia de Neptuno es tan sutil y oscura que, aunque verdaderamente más profunda, no llama la atención de la misma manera. Las tragedias del Alma son invisibles excepto a los ojos del poeta y del filósofo.
La incidencia de la operación de Urano depende enteramente de la casa en la que está situado. En su caso, como en el de Neptuno, el problema no se complica por ninguna cuestión del signo sobre la cúspide de la casa, porque estos dos planetas están más allá de la zona de los Siete Sagrados, y no poseen las mismas estrechas correspondencias con los signos como los planetas menores. Pertenecientes a las operaciones de la inescrutable Voluntad del Padre Todopoderoso, no tienen la misma dependencia de las leyes menores del universo. Los Siete son mucho más mecánicos y calculables en su acción.
Tal vez sería al menos útil, como explicación de ciertas dificultades para interpretar la acción de los dos planetas mayores (Urano y Neptuno), si sugiriéramos que no son tan simple y constante como las demás. Es bastante concebible que de vez en cuando reciban nuevos y variados flujos de fuerza de los planos superiores, o de planetas aún no descubiertos, y si es así, por mucho que avancemos en la ciencia de la astrología pura y simple, siempre habrá existir la posibilidad de que nuestros cálculos se alteren por alguna de esas causas de perturbación. Esta hipótesis está, hasta cierto punto, apoyada por las características ya descubiertas de estos dos planetas. En cada caso existe una incertidumbre peculiar acerca de su acción que nosotros, que vivimos principalmente en el plano material y en un planeta comparativamente cercano al Sol, tendemos a llamar engañoso, o al menos inexplicable.
Para volver de esto digresión, repitamos que los efectos reales de Urano sobre la carrera del nativo dependerán casi exclusivamente de su posición mundana. La excepción a esta regla será en el caso de que posea algún aspecto importante para el regente del signo sobre la cúspide de cualquier casa dada. Ejemplos de tal acción se dan en los capítulos sobre los diversos planetas.Nuestro propósito actual es demostrar los efectos exactos de las posiciones mundanas.
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