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- La primera, de la mente, cuando un hombre se agita por sus pensamientos y tiene la intención de investigar.
- Segundo, de los cuerpos superiores y celestes, de modo que en ese intervalo de tiempo se imprime la pregunta, después qué será de ella.
- La tercera, de la voluntad libre que le dispone para el acto mismo de investigar, pues aunque la mente se mueva a investigar, no basta, a menos que los cuerpos superiores simpaticen con ella; tal movimiento de las estrellas no es suficiente, a menos que por la elección de su voluntad la persona se decide en realidad preguntar.
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