LA LUNA DE HADES XLII

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LA LUNA DE HADES

CHARLOTTE BRONTË, autora de JANE EYRE, es una persona singularmente sintonizada con la Luna y Plutón, al igual que sus hermanas EMILY (autora de CUMBRES BORRASCOSAS) y ANNE (autora de EL INQUILINO DE WILDFELL HALL). Ellas resuenan claramente con el reino arquetípico de Plutón, al igual que todas las BRONTË, a través de quienes también se entrelazan fuertes contactos entre Plutón y Marte. El Sr. Rochester, el animus oscuro, tenía sus raíces en los cuentos infantiles que Charlotte escribió con su hermano, BRANWELL. BRANWELL (Luna en Escorpio en trígono con Plutón) era el dios de la Luna Oscura en torno al cual giraba toda la familia y en quien se centraban todas las esperanzas creativas. Se hicieron grandes sacrificios para educarlo como correspondía a un joven dios. Juntos, CHARLOTTE Y BRANWELL crearon un mundo de fantasía, ANGRIA. La contribución de BRANWELL fue de guerra y batallas. Sus personajes masculinos eran héroes, aunque inescrupulosos y astutos, típicamente plutonianos. Como lo expresó un biógrafo de las BRONTË:

«BRANWELL SIEMPRE ESTABA SEMBRANDO LA DESTRUCCIÓN SOBRE SUS CREACIONES; ERA ESA CLASE DE DIOS».

BRANWELL viviría más tarde toda la autodestrucción de la sombra de Plutón. Charlotte añadió interés amoroso en la forma de hombres oscuros, atractivos y autoritarios, de quienes las mujeres estaban cautivadas; otra cara del arquetipo plutoniano.

Fue BRANWELL quien, en sus primeros años, albergaba la oscura animosidad por Charlotte. Era el «compañero ideal» con quien compartía un vínculo creativo que excluía a sus hermanos. Charlotte más tarde retomó esa proyección y finalmente la hizo suya en la figura del Sr. Rochester. Tras dejar su hogar para convertirse en maestra, su diario registra más de una ensoñación erótica (claramente invocada deliberadamente) en la que la espera un amante moreno, algo poco habitual en una fantasía victoriana aceptable, especialmente para una joven que en aquel entonces era responsable de la rectitud moral de las niñas a su cargo. Pero muestra la imaginación que se escondía bajo la fachada convencional de la casa parroquial. E ilustra claramente la pasión imparable de la Venus en Aries de Charlotte, que irrumpe en la conciencia. Emily, por otro lado, parece haber contenido su propio y oscuro ánimo en su alma y haber conocido a su DAIMON, a quien llamaba su "ángel radiante", desde muy joven.

Cansado de las preocupaciones del largo día
y del cambio terrenal de dolor en dolor,
y perdido y a punto de desesperar,
tu amable voz me llama de nuevo—
¡Oh, mi fiel amigo, no estoy solo,
mientras puedas hablar con ese tono!
Pero siempre estás ahí para traer
de vuelta las visiones suspendidas e infundir
nuevas glorias sobre la marchita primavera
e invocar una vida más hermosa de la muerte,
y susurrar con voz divina
sobre mundos reales tan brillantes como el tuyo.
No confío en tu dicha fantasmal,
sin embargo, en la hora tranquila de la tarde
con inagotable agradecimiento
te doy la bienvenida, poder benigno,
consuelo seguro de las preocupaciones humanas,
y esperanza más brillante cuando la esperanza desespera.

GONDAL, el mundo de fantasía sobre el que Emily escribió con su hermana ANNE era glacial, frío y remoto, pero a pesar de ello apasionado y emocionalmente cargado. Presentaba mazmorras, bóvedas y celdas HADEANAS. Emily tenía una inclinación mucho más mística que Charlotte, con una fuerte inclinación espiritual. Ella, más que cualquier otra BRONTË, exploró la vida interior.

Anhelaba vivir en el mundo metafísico y su poesía deja claro que tuvo experiencias extracorpóreas:

No soñé; el recuerdo aún
aprieta mi corazón, sus grilletes se enfrían;
pero estoy segura de que el alma es libre
para dejar su arcilla por un rato...
Sin embargo, si el alma puede regresar así,
no necesito llorar ni lloraré.

En los páramos, era una con la naturaleza. Repudiando la religión convencional, sentía una unidad neptuniana con la creación:

¿Qué tienen estas montañas solitarias que revelar?
Más gloria y más dolor de lo que puedo expresar:
La tierra que despierta un corazón humano a la sensibilidad
puede centrar los mundos del Cielo y del Infierno.