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ASTROLOGÍA Y DESTINO BY LIZ GREENE
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EL DESTINO Y LA FAMILIA
Aunque gran parte del trabajo de la terapia familiar se ocupa de la situación familiar actual en la que se encuentra el individuo y también de las interacciones y patrones actuales que están en funcionamiento, no obstante, el "sistema" del que habla MINUCHIN es relevante tanto para el astrólogo como para el analista. Este sistema, en términos astrológicos, está representado por los horóscopos vinculados de toda la familia, y esto incluye a los padres, abuelos, bisabuelos y hasta ese pasado distante que el Oriente describe tan elegantemente como "los antepasados". Aunque la mayoría de los terapeutas familiares probablemente no se valgan de los conocimientos disponibles de los horóscopos familiares, esa no es razón para que la astrología no se valga de los conocimientos de la terapia familiar. Vistas desde la perspectiva de la psicología profunda, las "características del sistema" que son tan profundamente importantes para influir en el individuo tanto en términos conductuales como intra-psíquicos no son muy diferentes de los dioses en guerra en el drama de Orestes.
En otras palabras, estas características no son sólo los patrones habituales de comunicación y asignación de roles establecidos a lo largo del tiempo que dictan si la madre es siempre la que sufre o media en las discusiones, o si el padre es siempre el que actúa con ira y violencia, o si el hijo o la hija es asmático, anoréxico, obeso o de otra manera identificable como "el enfermo". Las características del sistema son en última instancia los arquetipos, los patrones o modos básicos de percepción y expresión que pueden retratarse mejor a través de la imagen mítica. Pasan de una generación a otra de la misma manera que la maldición de la Casa de Atreo. No estoy en condiciones de comentar si existe un aspecto genético en esta herencia psíquica. Pero si lo hubiera, todavía tendríamos que lidiar con la herencia.
Una de las características más llamativas del mito de Orestes es la interferencia constante y cambiante que ofrecen los dioses. Apolo, por ejemplo, se pone a un lado y a otro, ordenando a Tiestes que busque un vengador contra Atreo, y luego ordenando a Orestes que vengue a su padre, cuya muerte no habría ocurrido si el dios no hubiera exigido en primer lugar la preparación de Egisto como asesino. Es también Apolo quien ordena al pueblo de Micenas que coloque a un hijo de Pélope en su trono. Esta constante interferencia por parte del dios implica una dirección arquetípica cambiante y en desarrollo que está funcionando dentro del organismo familiar.
En otras palabras, hay una especie de inteligencia en funcionamiento que, aunque a veces provoca crisis y problemas y el sufrimiento de los individuos dentro del sistema, parece orientada hacia un objetivo de algún tipo, o una resolución. Lo que también es sorprendente es que, cada vez que se produce esta interferencia divina, mucho depende de la manera en la que los protagonistas humanos del drama reaccionan a ella. El destino familiar parece ser producto tanto de factores arquetípicos profundamente inconscientes como de la conciencia y la responsabilidad individuales. Todos los personajes del mito de Orestes, excepto el propio Orestes, están muy dispuestos a reaccionar de forma espontánea, violenta y sin reflexión a las indicaciones de los dioses. Sólo el propio Orestes es quien verdaderamente encarna un conflicto interior. Al igual que Orestes, tarde o temprano el "paciente identificado" se presentará en busca de ayuda para sus dificultades, porque por fin alguien tiene la conciencia potencial para intentar reconciliar o tender un puente entre los opuestos conflictivos que hay en su interior y que tan a menudo se atribuyen a otros miembros de la familia. Sin embargo, estos opuestos conflictivos son mucho más antiguos que los miembros individuales de la familia y en el mito griego se los representa como dioses.
PARA UNA MENTE MÁS RACIONAL NO ES DIFÍCIL COMPRENDER LA DINÁMICA DE LA FAMILIA EN TÉRMINOS DE PATRONES DE CONDUCTA QUE SE HAN ESTABLECIDO A LO LARGO DE VARIAS GENERACIONES Y QUE PUEDEN MODIFICARSE MEDIANTE LA INTERVENCIÓN DEL TERAPEUTA FAMILIAR. EL PADRE CUYO AMORÍO SECRETO HA PERMANECIDO COMO UNA FANTASÍA IDÍLICA DE FELICIDAD PERDIDA PUEDE OTORGARLE A SU HIJA EL NOMBRE DE AMANTE PERDIDA, COLOCANDO ASÍ SOBRE SUS HOMBROS LA RESPONSABILIDAD DE SER SU HIJA-AMANTE Y ALMA Y PROPORCIONARLE LA SATISFACCIÓN EMOCIONAL DE LA QUE CARECE SU PROPIO MATRIMONIO. LA MADRE QUE HA SUFRIDO RECHAZO O ABANDONO POR PARTE DE SU MARIDO PUEDE TRANSFERIR SU RABIA AL HIJO CUYA MASCULINIDAD MISMA ES UNA AFRENTA A SU DOLOR, EDUCÁNDOLO PARA QUE SEA SU DEVOTO SIRVIENTE-AMANTE COMO RECOMPENSA Y VOLVIÉNDOLO CONTRA SU PROPIO SEXO EN REPRESALIA. ESTE TIPO DE PATRONES SE ENCUENTRAN EN LA MAYORÍA DE LOS MÉTODOS DE PSICOTERAPIA, Y EL ANALISTA SE ENCUENTRA CON REGULARIDAD CON LA MISTERIOSA TRANSMISIÓN TÁCITA DE COMPLEJOS NO VIVIDOS E INCONSCIENTES DE PADRE A HIJO. COMO DICE FRANCES WICKES:
RECONOCEMOS LA DEPENDENCIA FÍSICA Y ECONÓMICA DEL NIÑO RESPECTO DEL PADRE Y LA MADRE. NO LE DAMOS SUFICIENTE IMPORTANCIA AL VÍNCULO PSÍQUICO QUE EN LA PRIMERA INFANCIA A MENUDO EQUIVALE A UNA CONDICIÓN DE IDENTIDAD DEL INCONSCIENTE DEL NIÑO.
El niño se identifica con el inconsciente de sus padres. Mediante esta identificación, el inconsciente del niño intuye las fuerzas perturbadoras que se encuentran por debajo del nivel de la vida adulta consciente y dan lugar, en sus formas más suaves, a temores vagos, fantasías aprensivas y sueños perturbadores. En los casos más trágicos, el resultado es la disociación de la realidad o actos antisociales.