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LOS PRINCIPIOS GENERALES DE ASTROLOGÍA
Aleister Crowley y Evangeline Adams
La escuela materialista de filosofía se ha esforzado por dar la impresión que poseemos algún conocimiento real de la naturaleza de las fuerzas que vemos en acción a nuestro alrededor. Tal impresión es completamente falsa. Todas las fuerzas son esencialmente misteriosas. Sabemos por observación, comparación y medición cómo actúan. Ni siquiera podemos formarnos una concepción razonable de su verdadero carácter. Tomemos, por ejemplo, la fuerza de la gravedad. Para explicar su acción, los hombres de ciencia se han visto obligados a postular una sustancia llamada éter. Se han visto obligados a definir este éter en términos matemáticos. Es infinitamente rígido, infinitamente elástico, infinitamente tenue, infinitamente imponderable. Es decir, no es materia en absoluto en el sentido ordinario de la palabra, porque posee cualidades que involucran infinitos y [es] por lo tanto más bien teóricoaque real.
Del mismo modo, nadie sabe qué es realmente la electricidad. Hay una historia de un profesor que estaba declamando a este efecto ante una clase de estudiantes y terminó atronando dramáticamente, "¿Alguien sabe qué es la electricidad?" Un estudiante en el fondo del salón, abrumado por el calor o el discurso, estaba medio dormido. La última frase lo excitó y saltó de su asiento por costumbre. Entonces conociendo la mirada fría del profesor, se avergonzó, tartamudeó: "Lo sabía, señor, pero he olvidado. —Sólo mi suerte —replicó el sabio—. "Sólo había un hombre en el mundo entero que lo supo, y lo ha olvidado."
Si tomamos un fenómeno tan simple como la expansión de los cuerpos a través del acción del calor, estamos igualmente envueltos en el misterio. Hay una especie de teoría que por alguna razón las moléculas de un cuerpo se mueven más violentamente cuando lo que se llama calor es aplicado a ellas, porque el calor se concibe como un modo de manifestación o atributo acompañado de movimiento. Pero estas moléculas son en sí mismas bastante teóricas. Su existencia ha sido inventada para explicar ciertos fenómenos de la química. Estas moléculas imaginarias están compuestas por átomos aún más imaginarios, que se definieron, como su nombre lo indica, asunto sobre partículas indivisibles últimas de homogeneidad; pero eso fue hace apenas un siglo, y desde entonces, todo tipo de otros fenómenos se han observado que hacen ya imposible imaginar el átomo como indivisible. De ahí ha surgido una nueva hipótesis, la de los electrones; y cuando le pregunta al físico si estos electrones son materia, él puede decirle que, en general, la teoría menos irrazonable es la que supone que son simplemente partículas filtradas en el éter. En otras palabras, las cosas que son, se han resuelto por la ciencia en combinaciones de cosas que no lo son.
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