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MITO Y ZODIACO
ACUARIO BY LIZ GREENE
ASÍ PUES, LA VERDAD COMPLETA SE RESUME EN UNA SOLA FRASE:
TODA LA HABILIDAD Y EL CONOCIMIENTO HUMANO FUE UN REGALO DE PROMETEO.
Este impulso benigno de buena voluntad hacia la humanidad, creo, es uno de los temas dominantes de Acuario, y sin duda es el que mejor representa la esencia de este signo. PERO EL MITO DE PROMETEO NO ES TAN SIMPLE, YA QUE HAY OTRO PERSONAJE EN LA HISTORIA QUE TAMBIÉN PERTENECE A ACUARIO, CON QUIEN EL TITÁN TIENE UNA RELACIÓN DE PARENTESCO Y ENEMISTAD: ZEUS, REY DE LOS DIOSES. Zeus quería destruir a la humanidad, y solo la perdonó a petición del titán; y se fue enfureciendo cada vez más ante los crecientes poderes y talentos que los protegidos humanos de Prometeo empezaban a demostrar. ESTE ES EL DIOS CELOSO DEL GÉNESIS, QUE NO QUIERE QUE SU CREACIÓN PARTICIPE DEL FRUTO DEL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO Y DE LA VIDA, PARA QUE EL HOMBRE NO SE CONVIERTA EN DIOS. Aquí, Zeus se asemeja más a su padre Cronos, y parece encarnar ese aspecto de la psique que no desea alcanzar la consciencia, sino que intenta obstaculizar y frenar el desarrollo del ego individual, amenazando con terribles castigos e inculcando una sensación de pecado en el rebelde. Prometeo está en constante conflicto con Zeus sobre la cuestión de cuánto desarrollo debe permitírsele a la humanidad. Es como si estos dos dioses representaran una verdad profunda sobre nuestra propia naturaleza. Creo que Acuario, cuyo poderoso impulso hacia el desarrollo de los aspectos civilizados y conscientes del ser humano es bien conocido, tiene también un aspecto antagónico igualmente poderoso, que constituye el drama de su propio mito.
Prometeo demostró su desprecio por la tiranía de Zeus de muchas maneras. Según la leyenda, un día el titán fue invitado a arbitrar una disputa sobre qué partes de un buey sacrificado debían ofrecerse a los dioses y qué partes se darían a los hombres para comer. Desolló y desarticuló el animal y cosió su piel para formar dos bolsas. En una puso la deliciosa carne, oculta bajo el estómago. En la otra, los huesos, cubiertos con una gruesa capa de grasa. Luego le ofreció la elección a Zeus. El dios, fácilmente engañado, eligió la bolsa con los huesos y la grasa, y furioso por el engaño, castigó a Prometeo negando a la humanidad el fuego. «¡QUE COMAN SU CARNE CRUDA!», gritó. Prometeo se dirigió entonces a Atenea, su protectora, quien le permitió entrar al Olimpo por la escalera trasera. Encendió una antorcha con el fuego del carro solar y tomó un trozo de carbón encendido. Lo introdujo en el interior hueco de una gran rama de anís. Luego, apagó la antorcha, se fue en silencio y entregó la llama sagrada a la humanidad.
Zeus juró venganza. Ordenó a HEFESTO, el dios herrero, que creara una mujer de arcilla. Los cuatro vientos le infundieron vida y todas las diosas olímpicas la adornaron. Zeus envió a esta mujer, llamada Pandora, como regalo a EPIMETEO, hermano de Prometeo. Pero EPIMETEO, advertido por su hermano, rechazó el regalo. Zeus entonces encadenó a Prometeo desnudo a un pilar en las montañas del Cáucaso, donde un águila (o buitre) le desgarraba el hígado día tras día, año tras año. Cada noche, el hígado volvía a regenerarse. EPIMETEO, alarmado por el destino de su hermano, se casó con Pandora. Ella abrió una jarra que Prometeo le había advertido que no abriera, y en la que había encerrado todos los males que podrían afligir a la humanidad: la vejez, el trabajo, la enfermedad, la locura, el vicio y la pasión. Estos males salieron en una nube y atacaron a los mortales. Sin embargo, la engañosa Esperanza, que Prometeo también había encerrado en la jarra, convenció a los hombres de no suicidarse. El sufrimiento de Prometeo, que Zeus pretendía eterno, fue, no obstante, finito, pues el héroe Heracles intercedió por su liberación, la cual fue concedida.
Ya hemos visto cómo el centauro Quirón ofreció intercambiar su inmortalidad por la mortalidad de Prometeo, para que Hades no perdiera un alma. Tras condenar a Prometeo a un castigo eterno, Zeus estipuló que, para parecer aún un prisionero, el titán llevara un anillo hecho con sus cadenas y una piedra del Cáucaso. La humanidad comenzó a usar anillos y coronas en honor a su benefactor, y Zeus colocó en el cielo la flecha con la que Heracles mató al águila que atormentaba a Prometeo, como la constelación SAGITTA. Prometeo es el redentor de la humanidad. Como él mismo dice en la tragedia de Esquilo, todas las artes y ciencias que la humanidad ha desarrollado provienen de él. Este aspecto benéfico de la figura mítica se refleja claramente en la preocupación de la era de Acuario por el bienestar y el desarrollo de la humanidad. Sin embargo, el problema de Zeus es más complejo, al igual que la imagen de su sufrimiento.
AQUÍ RESIDE LA PARADOJA:
EL IMPULSO HACIA LA CONSCIENCIA CHOCA CON EL IMPULSO HACIA LA INCONSCIENCIA. Prometeo no representa al «hombre» en el sentido del ego; es el espíritu que busca ayudar al ser humano a evolucionar. Esta tensión constante a nivel arquetípico genera un sufrimiento inevitable, porque… Porque el choque es inevitable. Podemos considerar a Prometeo como un héroe, ya que otorgó a la humanidad el fuego divino de la creatividad. Pero desde el punto de vista del mundo de los dioses, cometió un crimen, un pecado, y esta situación fue algo que preocupó especialmente a Jung: el sentimiento de culpa que surge cuando se intenta alcanzar la realización personal.
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