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LA LUNA DE HADES
ESTA ES UNA DE LAS POCAS OCASIONES EN LA QUE PLUTÓN APARECE SIN EL CASCO QUE LO HACE INVISIBLE. POR UNA VEZ, EL YO CONSCIENTE PUEDE VER LO QUE EMERGE DEL INFRAMUNDO DEL INCONSCIENTE.
AQUÍ ESTÁ EL TRAUMA INESPERADO, EL DRAMA QUE DE REPENTE NOS ARRASTRA A LAS PROFUNDIDADES DE NUESTRO SER. AQUÍ ESTÁ EL VIOLADOR, QUE EN EL MUNDO DEL SIGLO XX SE TRANSFORMA EN EL TERAPEUTA, QUIEN ACOMPAÑA EL VIAJE AL HADES, EL INCONSCIENTE. Si no lo hacemos voluntariamente, la violación o el abuso, físico o psicológico, pueden ser el detonante de nuestra propia caída. Curiosamente, el rapto de Perséfone es presenciado por dos deidades: Helios, el dios Sol, símbolo del Yo universal y de la luz impersonal de la conciencia colectiva; y la anciana Hécate, el rostro maduro de la diosa Luna, la parte instintiva de nosotros mismos. Estos dos planetas, las luminarias, son, por supuesto, en astrología, los más cercanos a la conciencia y los que más conocen lo que sucede en la psique.
Deméter, que había escuchado el grito desesperado de Perséfone, busca frenéticamente a su hija durante nueve días. Su dolor es tan grande que no come, duerme ni se baña. Un escenario típico de la depresión y el "síndrome del nido vacío" que puede afectar a las madres cuando sus hijos abandonan el hogar. Al décimo día, se encuentra con el tercer rostro de la mujer, la diosa Hécate, la Luna Nueva, a quien Homero describe como "la luminosa". Hécate la lleva a Helios. Él le cuenta a Deméter el plan para secuestrar a su hija y señala la participación de su hermano-esposo Zeus. Helios sugiere que acepte la situación, ya que Plutón "no es indigno como yerno entre los dioses". Sin embargo, Deméter se niega a aceptar la traición de su hija por parte de su propio padre. En una profunda depresión, se retira del Olimpo y, disfrazada de anciana, vaga por el campo hasta que consigue un trabajo como nodriza. Aquí, en paralelo con el mito de Isis (la esposa de Osiris, el dios egipcio del inframundo), comienza a divinizar al niño. Cada noche lo coloca sobre el fuego para hacerlo inmortal. Desafortunadamente, la madre del niño interviene, y Deméter revela su verdadera identidad y le dice a METANIRA, la madre:
Ni siquiera sabessi el destino te trae algo bueno
o algo malo...
Yo habría hecho de tu querido hijo
un ser inmortal,
eterno,
que nunca envejeciera.
Es posible que esta historia sobre el niño que se convierte en ser divino esté tomada directamente del antiguo mito egipcio de la muerte y la resurrección, el mito de Isis y Osiris, ya que ambas narraciones son prácticamente idénticas. Se trata de una alegoría que representa la disolución psicológica que separa al niño interior que reside en cada hombre y mujer, el cual debe ser purificado por el fuego (Plutón) para revelar la divinidad que lleva dentro. La mayoría de las madres temen por sus hijos (ya sea por su propio niño interior o por su hijo biológico) y se niegan a permitir que este sufra la prueba que le otorgará la vida eterna. Deméter, al igual que su hermana Isis, la diosa lunar egipcia, puede facilitar este proceso de disolución, purificación y reencuentro con lo divino. Tras ver frustrados sus planes, Deméter ordena la construcción de un templo, donde se sienta a lamentar la pérdida de su hija. Su dolor es inmenso. Esto es grave, pues sin Deméter, diosa de la fertilidad, nada crecerá. Se produce una hambruna y la tierra se vuelve estéril. Finalmente, Zeus envía mensajeros para implorarle que regrese. Pero, aún enfurecida, Deméter se niega hasta que su hija le sea devuelta.
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