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CAPÍTULO 3
LA LUNA DEVORADORA por Judy Hall
EL DR. PHIL BENNETT HA SEÑALADO QUE SON LOS GENES LOS QUE LUCHAN POR SOBREVIVIR, NO LOS FETOS, QUE SON MEROS PORTADORES. LOS GENES SON UNA MARAÑA DE IMPULSOS HEREDADOS HACIA EL CONTROL, HACIA LAS COSAS SEAN DE CIERTA MANERA. Patrones heredados contradictorios se transmiten a través de los genes de los padres.
- Los genes del padre están dirigidos a un bebé grande que sobreviva a toda costa.
- Los genes de la madre se oponen a esto. Para su supervivencia, el bebé no puede crecer demasiado en el útero.
ASÍ, LA «MADRE DEVORADORA» ES UNA REALIDAD TANTO FÍSICA COMO PSÍQUICA. UNA HERENCIA TRANSMITIDA GENÉTICAMENTE, LA BATALLA CONTRA LA MADRE DEVORADORA COMIENZA ANTES DEL NACIMIENTO. Ella es mucho más que una arquera mitológica. La experiencia plutoniana del rechazo también comienza en el útero. ES MUY POSIBLE QUE LOS FETOS SINTONIZADOS CON PLUTÓN Y LA LUNA SEAN LOS QUE RESUENAN CON MAYOR FUERZA CON ESTA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA. Ciertamente, en todo el trabajo prenatal que he realizado con mis clientes, quienes tenían la Luna en Hades eran las más sensibles a la posibilidad de destrucción y al miedo a la aniquilación y la pérdida de control que acompañaba al embarazo. Y SON, CON MAYOR FRECUENCIA, LAS MUJERES CON LA LUNA EN HADES QUIENES ENCUENTRAN DIFÍCIL EL EMBARAZO Y SUFREN LO QUE AHORA PARECEN SER PATRONES HEREDITARIOS DE ENFERMEDADES PRENATALES COMO LA PREECLAMPSIA Y OTROS ESTADOS TÓXICOS, ESTADOS QUE SON CONSECUENCIA DE ESTA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA.
La Luna en Hades, y la madre devoradora, también se reflejan en eventos infantiles que ponen en peligro la vida: partos difíciles, separaciones traumáticas, alienación y rechazo. ES LA MADRE QUIEN SE CONVIERTE EN CUIDADORA DE LA FAMILIA Y LUEGO NO PUEDE SOLTARLA, POR LO QUE DEVORA A SUS HIJOS ADULTOS. LA MADRE CUYAS PODEROSAS NECESIDADES LUNARES INSATISFECHAS SE PROYECTAN EN SUS HIJOS, QUIENES DEBEN SOSTENERLAS Y SATISFACERLAS O SER ANIQUILADOS. Es la figura materna-mentora sustituta a quien se acude en busca de ayuda para lograr la independencia, pero que no facilita una separación enriquecedora, sino que envuelve al "niño" en su propio egoísmo, un poderoso yo superior a Deméter. Es la persona con la Luna en Hades quien debe, por encima de todos los demás, aprender que la creatividad no es necesariamente biológica. Es la lucha por dar a luz al propio Ser.
CON UNA CONEXIÓN NATAL LUNA-PLUTÓN, LA MATRIZ MATERNA, LA "SOPA CÓSMICA" DE LA QUE NACEMOS Y EN LA QUE DEBEMOS VIVIR, O MORIR, ESTÁ IMPREGNADA DE LA OSCURIDAD DE PLUTÓN. Tuve un cliente (Luna en Acuario opuesta a Plutón en conjunción con Venus en Leo) que estaba convencido de que su madre intentaba matarlo. Pensaba que debía tratarse de una conexión de una vida pasada. Cuando empezó a explorar su infancia, descubrió que ella había intentado abortarlo, pero no lo había conseguido (un suceso que su padre confirmó posteriormente). Aún conservaba la huella psíquica de aquel suceso. Tuvimos que retroceder en el tiempo hasta antes de su nacimiento y sanar ese trauma para que pudiera sentirse seguro con ella como madre. Huelga decir que la interacción se remontaba a mucho tiempo atrás y nunca había sido fácil. LA LUNA EN HADES REPRESENTA LO QUE ESPERAMOS, LO QUE ATRAEMOS, LO QUE MANIFESTAMOS EN NUESTRA VIDA. Si no está presente en nuestro nacimiento, y mucho dependerá de la posición de Plutón en la carta astral y otros aspectos de la Luna, la encontraremos tarde o temprano, en alguien u otro, aunque solo sea para asegurarnos de que realmente nos hemos liberado del dominio del arquetipo.
LA MATRIZ MATERNAL.
En un instante me encontraba en un espacio vasto e inmenso. Al siguiente, estaba comprimida al tamaño de la cabeza de un alfiler y clavada en mi lugar. Intenté expandirme, moverme, pero me sujetaban inexorablemente. Había sido concebida.
«¡DÉJENME SALIR!», GRITÉ. «¡DÉJENME IR, NO QUIERO ESTAR AQUÍ! ¡TODO FUE UN ERROR!». Pero me dijeron que, si me hubiera ido, mi espíritu no habría regresado; tenía que aguantar. Y allí permanecí durante los siguientes diez meses, sintiéndome sofocada y envenenada por las emanaciones del miedo y la rabia de mi madre. Todo el tiempo quise irme, volver a «casa». Tenía calor, me sentía incómoda, confinada, incapaz de respirar. Quería «irme», no «salir». Entre mi miedo a la encarnación, propio de la Luna en conjunción con Plutón, y el deseo de mi madre, con su Luna en conjunción con Hades, de aferrarse a su hija a toda costa, nacer se convirtió en una lucha a vida o muerte. Una que finalmente “gané”, pero de la que no disfruté durante muchos años.

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